Entrevista | Óscar Ventura Psicoanalista

"A veces se corre el riesgo que los servicios de salud mental se conviertan en expendedores de fármacos y eso no es suficiente"

El psicoanalista ofrece este viernes en el Club INFORMACIÓN la conferencia "Suicidas. Vida y muerte en la sociedad contemporánea"

En el caso de los adolescentes, el experto aconseja estar atentos al aislamiento excesivo, a la ausencia de lazos sociales y el bullying

El psicoanalista Óscar Ventura participa este viernes en el Club INFORMACIÓN

El psicoanalista Óscar Ventura participa este viernes en el Club INFORMACIÓN / Rafa Arjones

J. Hernández

J. Hernández

El psicoanalista Óscar Ventura, psicólogo clínico, docente del Instituto del Campo Freudiano y miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis participa este viernes 26 de abril en el Club INFORMACIÓN de Alicante (Avenida Doctor Rico 17) con la conferencia "Suicidas. Vida y muerte en la sociedad contemporánea". El acto comenzará a las 20 horas presentado por Amparo Tomás García, licenciada en Sociología, con la especialización de Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid. Organiza el Instituto del Campo Freudiano-Seminario de Fundamentos del Psicoanálisis en Alicante. La entrada es libre.

¿Cuál es el mensaje principal que quiere dar a conocer en su intervención en el Club?

El ciclo de conferencias que lleva por título "Pulsos de nuestra época", y que organizamos juntos con el Club y el periódico desde hace ya 18 años, trata justamente de ofrecer a un público plural la perspectiva y la interpretación que se desprenden de la práctica clínica del psicoanálisis, sobre temas que conciernen a la más estricta actualidad y de los cuales el discurso analítico tiene algo para transmitir. En esta ocasión hemos elegido hablar del suicidio, no solo porque se trata de un tema al cual el psicoanálisis ha hecho aportes fundamentales, tanto para acercarse de una manera profunda a una elucidación posible de sus mecanismos, como también por los efectos verificables que el psicoanálisis produce, no en todos los casos por supuesto, pero sí en una variedad de casos amplia de sujetos con conductas suicidas. Y por otro lado el suicidio es un tema que está en el caldero del debate contemporáneo, fundamentalmente a partir del aumento de casos que registran las estadísticas en los últimos años. Incluida la cuestión de que si conviene o no hablar del suicidio ampliamente, en los medios de comunicación, en la opinión pública en un sentido general.

Tabú

¿Conviene hablar de suicidio?

Es un hecho, hay personas que se suicidan, ahora más que en otros momentos. Y creo que es un tema que se puede abordar con rigor y con franqueza, no creo que debamos infantilizar a la gente convirtiendo el suicidio en un tema tabú. La muerte tiende a convertirse también en un tema tabú en nuestros días, cada vez más burocratizada y más alejada de los afectos que despierta. Hablar del suicidio implica hablar de la condición humana como tal. De la extraña paradoja que implica la posibilidad, prácticamente exclusiva de los seres humanos, de producir un corte radical con la experiencia de la vida a partir del acto del suicidio. Pienso que el mensaje más interesante que podemos transmitir es el de no retroceder frente a la inclinación suicida, hasta encontrar, cuando eso es posible, la buena forma de amortiguarla. Soportar la vida es un deber decía Freud, era su manera de expresar su gusto por la vida misma. Pero creo que no solo es un deber, sino también que se trata de indagar por qué el deseo de vivir se debilita hasta tal punto que conduce a alguien al suicidio. Hay que resaltar como una cuestión ética inclusive, no solo el deber con la vida, sino el deber con el deseo de vivir. Se trata de explorar y sostener ese deseo mientras que la vida sea digna de ser vivida como tal. 

"Es un tema que se puede abordar con rigor y con franqueza, no creo que debamos infantilizar a la gente convirtiendo el suicidio en un tema tabú"

¿Cómo valora el aumento de los intentos de suicidio entre adolescentes, con datos alarmantes desde la pandemia?

Las causas de un suicidio tanto en la adolescencia como en cualquier otro momento de la vida son complejas, y su elucidación nunca es absoluta, hay siempre una zona opaca respecto a la causa. Y si hablamos con rigor no hay causa última del suicidio, el suicidio en última instancia es un enigma, inclusive para la persona misma que se suicida, hay algo que radicalmente queda fuera del sentido en el acto del suicidio. Efectivamente, la pandemia produjo un traumatismo en la población en su conjunto y vemos como sus efectos aún se extienden en el tiempo. Y particularmente los adolescentes padecieron la pandemia de una forma más crítica, a las crisis de la adolescencia se le sumó la crisis sanitaria, y fundamentalmente el confinamiento y la restricción del desplazamiento que implicaba. Sin embargo, hay algo que me perece muy importante de remarcar, la causa de un suicidio no es externa; la causa, para decirlo rápido, es interna, inherente a ese sujeto en singular, es una decisión inefable, no hay ningún otro en el acto suicida. Es no quiere decir que el lazo social contemporáneo y las formas que toma el intercambio en las sociedades actuales no alimenten las ideas de suicidio en la adolescencia, desvitalizando el deseo por la vida. 

"La causa de un suicidio no es externa, la causa para decirlo rápido, es interna, inherente a ese sujeto en singular, es una decisión inefable, no hay ningún Otro en el acto suicida"

¿Qué causa el desamparo del adolescente?

Cuando los adolescentes no están acompañados de una orientación y de una palabra que pueda hacer de soporte a esa transición problemática que es la adolescencia, suelen producir un conjunto sintomático en donde vemos aparecer el aislamiento, el silencio, la angustia y la decisión inclusive de pasar al acto suicida. El desamparo del adolescente en esta época en que el otro está cada vez más ausente en su función de referencia, más los conflictos que les provocan enfrentarse al imperativo de que hay que construir un futuro que esté a la altura de lo que hay que ser en esta época, alienados a ideales que los mortifican, con el imperativo de ser exitosos y populares, aislados e hiperconectados a la vez, instruidos cada vez más por la inteligencia artificial, tramitando al mismo tiempo el proceso de sexuación que sucede en la adolescencia mediante el consumo de pornografía. Y al mismo tiempo abandonados a la arbitrariedad de un discurso que estimula la lógica de que quien no triunfa y tiene éxito es porque no hizo lo suficiente para obtenerlo... En fin, todo este conjunto es sin duda tierra abonada para que las crisis lógicas de la adolescencia se profundicen y aparezcan síntomas de todo tipo, fundamentalmente de automutilación, como la escarificación, incluidas por supuesto las ideas y las conductas suicidas. Pero, si bien las coordenadas del discurso son las que son, y es necesario inventar fórmulas para amortiguar estos impactos del discurso en la adolescencia. También hay que decir que no todos los adolescentes se suicidan, por suerte son muchos más los que no lo hacen.  El afuera puede incidir, ser insidioso inclusive, pero no resuelve el enigma del suicidio. 

Claves

¿Qué claves daría a padres y maestros para detectar estas situaciones?

No existe un protocolo en el cual podamos encontrar las claves para detectar las ideas suicidas. En todo caso hay que estar atentos a las claves del adolescente mismo nos puede trasmitir. En primer lugar porque un rasgo de la conducta suicida, en ocasiones muy pronunciado, es el silencio sobre las elucubraciones que habitan en un sujeto, sea o no adolescente, sobre el suicidio. También la volubilidad excesiva del humor en la adolescencia es un obstáculo para detectar signos de suicidio o ideaciones suicidas. Hay que distinguir también entre intentos de suicidios, como formas más o menos graves de captar la atención de los otros, o de un otro en particular, de otras en que el sujeto en algunas circunstancias sean o no conscientes, pone en peligro la vida. Sin claves exactas para maniobrar, solamente podemos pensar algunas orientaciones casi de sentido común. Conviene estar atentos al aislamiento excesivo, cosa que no es sencilla en el tiempo de la hiperconexión, también a la ausencia de lazos sociales, y a los síntomas del lazo con el otro, como pueden ser el bullying o el acoso. Y fundamentalmente hay que intentar de todas las maneras posibles desencadenar una conversación con los adolescentes, sin emitir juicios precipitados, acompañarlos en la encrucijada, es importante que en la dispersión del discurso al que están sometidos, encuentren intervalos de palabra, ofrecerle la posibilidad de hablar de ellos mismos con la mayor franqueza posible. Hay que hacer un esfuerzo para no angustiarse por las derivas adolescentes y no responder con imperativos que suelen profundizar la angustia. Probablemente la buena educación consiste en pensar con ellos soportando la diferencia y la singularidad de cada uno. Este tipo de conversación, por el hecho mismo reconocer al otro en su diferencia y en su momento vital es muchas veces tributaria de que un adolescente pueda subjetivar los límites que convienen para hacer de la vida algo interesante. 

"Conviene estar estar atentos al aislamiento excesivo, cosa que no es sencilla en el tiempo de la hiperconexión, también a la ausencia de lazos sociales, y a los síntomas del lazo con el otro, como pueden ser el bullying o el acoso"

¿Qué opina del plan de las autoridades de dotar a los colegios de psicólogos?

Es algo necesario, el trabajo multidisciplinar en el campo de la educación es imprescindible. Construir lugares donde la palabra se pueda alojar y ser desplegada a partir de alguien que tiene la función de escuchar puede convertirse en una referencia muy precisa tanto para los adolescentes como para los niños e inclusive los padres por supuesto. Intervenir in situ en la resolución de conflictos sean estos singulares o vinculados al lazo entre los integrantes de la comunidad educativa puede permitir también que se establezca de la mejor manera posible una relación con el saber. Cuando un síntoma, un conflicto en la infancia o en la adolescencia puede resolverse dentro de la comunidad educativa misma se gana un tiempo precioso y queda liberada una cantidad de energía que puede ser orientada justamente a los fines mismos de la educación, que entras cosas consiste en despertar el entusiasmo, el deseo de saber. 

Otra imagen del psicoanalista que participa este viernes en el Club INFORMACIÓN

Otra imagen del psicoanalista que participa este viernes en el Club INFORMACIÓN / INFORMACIÓN

Tecnologías

¿Tan diferentes son los adolescentes de ahora a los de antes, qué papel tienen las redes sociales, los móviles, las tecnologías?

Hay diferencias por supuesto, pero también hay similitudes. Obviamente las formas del lazo social han mutado, y cambian vertiginosamente cada vez más rápido entre generaciones. Sin duda la tecnología ha producido una configuración muy distinta y ha introducido cuestiones inéditas que han modificado de forma muy profunda la forma que teníamos de relacionarnos. Y hay que reconocer que existe la parte amable de la tecnología. Otra cosa es pensar en los modos de alienación, en los nuevos síntomas que puede producir la virtualidad, por ejemplo la lejanía de los cuerpos en beneficio del aislamiento con el objeto tecnológico, con la pantalla. Pero, por decirlo rápidamente, es el mundo en que vivimos, y que no tiene retorno a un statu quo ante, no hay vuelta atrás y eso no tiene por qué angustiarnos, sino más bien, encontrar las formas de hacer con las nuevas configuraciones del lazo social. Lo que no cambia son las urgencias que se presentan en los cuerpos de los adolescentes, su despertar al mundo, al amor, a la sexualidad, a lo real de la vida y a lo real de la muerte también. Y esto, siempre encuentra un tratamiento con los objetos con que un adolescente tiene a su disposición en la época en que transcurre su adolescencia. Y hoy en día se trata de pensar como, en esta época, estas cuestiones encuentran la buena forma de realizarse. La cuestión reside en hallar los modos de servirse de la tecnología para las cosas fundamentales sin quedar atrapados en la fascinación y el aislamiento que pueden provocar los objetos tecnológicos. En este sentido es necesario pensar las maneras de producir cortocircuitos, intermitencias con los objetos técnicos, la desconexión es solidaria de la serenidad. 

¿Por qué ha empeorado en general la salud mental de la población a cualquier edad? ¿O es que de repente han aflorado todos los problemas?

No sé si la salud mental ha empeorado tanto, hay nuevos síntomas sin duda. Y también hay los síntomas de siempre. Hay que ser muy prudente con las estadísticas respecto a lo que se llaman enfermedades mentales. Y a la promoción del marketing de las enfermedades mentales y al enorme negocio que hace funcionar. Vivimos en una sociedad hipermedicalizada, el consumo de psicofármacos es excesivo e innecesario en una multitud de casos. Muchas veces se declara una enfermedad mental donde no la hay como tal, es frecuente medicalizar los duelos con antidepresivos por ejemplo. De alguna manera u otra todo el mundo es loco y no hay que confundir la singularidad con la enfermedad. Esto no implica que no haya sufrimiento y que parte de ese sufrimiento subjetivo tenga una relación con las coordenadas de la época, con el vértigo que implican los estilos de vida contemporáneos y las exigencias de vivir a una velocidad en que en muchas ocasiones obtura el tiempo para comprender lo que se hace y para qué se hace. Es necesario cuestionar y tratar de destituir los ideales y las promesas de satisfacción con las que estamos bombardeados cotidianamente. Esto, junto con la convulsión crónica, inherente al mundo mismo, no deja de tener una incidencia en el incremento de la angustia y en la producción de síntomas que atañen a lo mental. 

Herramientas

¿Qué herramientas psicológicas pueden servir a las personas que están desesperadas? ¿Hacen falta más recursos de medios y personal en salud mental?

Las urgencias deben ser tratadas como tales, con toda la prisa que requieren. Para ello es necesario poner a disposición del sujeto todos los mecanismos posibles de contención de cualquier episodio agudo que implique un peligro real, sea para el sujeto sea para otros. Y el trabajo no finaliza en amortiguar la urgencia misma, lo que en muchos casos suele ocurrir, más bien es el momento en que comienza, cuando el episodio pudo ser contenido entonces es necesario comenzar un trabajo riguroso, que se sostenga en el tiempo, a veces se corre el riesgo que los servicios de salud mental se conviertan en expendedores de fármacos, y eso no es suficiente. Hay un déficit en la atención de urgencias en los dispositivos de salud mental. Hay pocos profesionales, saturados en muchas ocasiones, sin el tiempo ni los recursos para tener una formación permanente y plural. Sin duda que hacen falta recursos, medios y personal. Es prácticamente una urgencia que eso ocurra. 

"Las demandas son numerosas, tuvieron un pico alto con la pandemia, pero no dejan de ser constantes. Con respecto a las problemáticas, los síntomas, siempre son plurales, no existe un sujeto igual al otro, como tampoco hay una cura tipo, ni una cura estándar"

¿Qué problemática está viendo en consulta, tiene cada vez más demanda?

Las demandas son numerosas, tuvieron un pico alto con la pandemia, pero no dejan de ser constantes. Con respecto a las problemáticas, los síntomas, siempre son plurales, no existe un sujeto igual al otro, como tampoco hay una cura tipo, ni una cura estándar. La clínica del psicoanálisis es una experiencia de uno por uno. Apunta a la más estricta singularidad del sujeto y su técnica, orientada por el principio mismo de la libertad absoluta de la palabra del paciente, tiene una flexibilidad que le permite colocar el dispositivo de la cura sin ningún a priori y sin ninguna precipitación protocolaria que trate de conducirlo en alguna dirección que se podría pensar que beneficiaría al paciente, hay que ser muy prudente con el deseo de curar. Los síntomas, el sufrimiento subjetivo tienen una genealogía en cada sujeto, que es necesario construir, y que es absolutamente inédita de un sujeto a otro. Hay tipos clínicos claro, hay una hipótesis diagnóstica también, pero eso no hace al fundamento propio de la cura que consiste en encontrar la clave en el detalle singular de cada uno, su forma única de experimentar el sufrimiento, su forma inclusive que tiene de gozar de su desgracia, es necesario desplazar la queja del sujeto para ofrecerle una asunción de su responsabilidad en los conflictos que padece. Es el sujeto mismo el que nos va a orientar sobre aquello que se le hace imposible de soportar, y es el sujeto mismo el que encontrará la solución que conviene para él, para su caso, a su medida y con sus recursos, sean los que sean. El analista esta ahí por supuesto, su presencia es necesaria para producir el corte que conviene y hacerle patente la inutilidad de un sufrimiento que lo vuelve esclavo de un sufrimiento que no sirve para nada y que se empeña en repetir. No es un trabajo sencillo, ni grato, pero cuando está bien orientando los efectos terapéuticos son irreversibles. Inclusive en una proporción importante de sujetos con conductas suicidas.