El grafiti: una terapia para abrir los ojos

Los alumnos del colegio Nazaret, que viven en barrios como El Cementerio, Juan XXIII o las Mil Viviendas reciben a Dolar One, quien a través de sus sprays les cuenta su experiencia con la delincuencia y las drogas

El grafiti en el Colegio Nazaret de Alicante como terapia contra la exclusión juvenil

Rafa Arjones

«¡Se puede cambiar!», «Stop acoso» o «Trata a los demás como quieres que te traten a ti» son algunas de las pintadas con spray que adornan los murales del patio del colegio Nazaret de Alicante. Estos grafitis no son comunes, ya que sus mensajes están destinados a transmitir una advertencia, un consejo, y a recordar a los alumnos de este centro escolar la importancia de no desviarse del buen camino, a pesar de las influencias del día a día.

El colegio Nazaret acoge a menores de barrios de Alicante como El Cementerio, Juan XXIII o las Mil Viviendas. Según explican desde el centro, estos chicos viven en entornos donde están en contacto con agresiones, delincuencia y drogas. La misión del colegio pasa por sensibilizar a los alumnos de que un cambio es posible y, para ello, emplean el ejemplo del grafitero Seth Vañó, más conocido como Dolar One.

Dolar les cuenta a los alumnos su juventud rebelde en los suburbios de Alicante, cuando se fugaba de clase, fumaba porros, no respetaba a nada ni a nadie y se enfrentaba a su familia y a la Policía en busca de emociones fuertes al margen de la ley. 

Un grupo de menores del colegio Nazaret posan con el jefe de estudios Carlos Miralles y Dollar One.

Un grupo de menores del colegio Nazaret posan con el jefe de estudios Carlos Miralles y Dolar One. / Rafa Arjones

Ahora, con más de 40 años, está casado, tiene una hija preciosa y dedica todas sus obras a Jesús. La historia del «pastor del grafiti» causa un gran impacto en los jóvenes, mostrando que con voluntad, es posible ser quien tú quieras ser en la vida.

El jefe de estudios de Secundaria del colegio Nazaret de Alicante, Carlos Miralles, revela que, tras oír la experiencia de Dolar, los alumnos se quedan «impactados» ya que, «es lo que viven en su día a día». Miralles asegura que «notamos que empiezan a tomar decisiones mirando al futuro, intentando evitar problemas». El responsable es conocedor de que, alejar a los menores de ciertos peligros «no es tarea fácil», pues subraya «viven en contacto con las agresiones».

El centro educativo potencia este tipo de iniciativas donde los menores se sienten identificados y, además, organiza excursiones «a la carta», en las que son los propios alumnos quienes eligen los destinos. Todo tiene como finalidad fomentar la asistencia al entorno educativo y la implicación en la enseñanza. 

Aunque a veces, a pesar de dar al alumnado facilidades, la asistencia a las aulas es limitada por parte de los estudiantes, quienes, según afirman, acuden al colegio en transporte público desde sus respectivos barrios.

El grafitero Dolar One, que experimentó un cambio radical en una vida que le conducía a la autodestrucción, estudió Teología en la Universidad de Córdoba e ingresó en la iglesia evangélica, desde donde sigue compartiendo su historia y su testimonio: «Quiero sensibilizar a los alumnos a través de mi experiencia con la delincuencia y las drogas, que abran los ojos», remarca el artista callejero.

Refuerzo

En cuanto a los estudiantes del colegio Nazaret de Alicante, Dolar sostiene que «se trata de jóvenes que tienen una necesidad concreta» y explica que «cuando vengo, quiero reforzar aspectos sensibles, no en el marco educativo». El grafitero, a quien muchos menores ven y sienten como un «referente», les habla sobre cuestiones como el acoso escolar. «La consecuencia para mí por hacer bullying fue que me echaron de la enseñanza Primaria, y ese mensaje tiene un impacto en los chavales, porque piensan: ‘Si a él lo expulsaron por violento, tiene la autoridad para hablarme de que agredir no está bien, de que se puede cambiar’».

Un ejemplo que menciona el grafitero es el de un joven al que conoció en una de sus charlas. Este le paró un día por la calle y le confesó que, gracias a sus palabras, había logrado salir del mundo de las drogas en el que estaba inmerso. «Rechazó esa vida», recalca Dolar.

Susana Cortés, de 14 años, alumna del colegio Nazaret y vecina del barrio del Cementerio asegura que quiere ser esteticista. Sobre las charlas del grafitero cree que «ha cambiado mucho de la persona que fue a la que es ahora» y añade que «su historia me ha inspirado». Para Cortés, el venir al colegio supone una enseñanza constante y es algo que «valora mucho».

El alumno Brian retoca junto a Dollar One uno de los grafitis.

El alumno Brian retoca junto a Dolar One uno de los grafitis. / Rafa Arjones

Por su parte, Brian, de 14 años y vecino de Juan XXIII, sostiene que «vengo todos los días al colegio» y su deseo de trabajar «de lo que sea» se nota en todos sus gestos. El menor cuenta cómo las charlas de Dolar le han marcado: «Tengo claro que si te metes en el mundo de la droga puedes perderlo todo. Veo todos los días este tipo de cosas y sé que no merece la pena», afirma. 

Edi, residente igualmente de Juan XXIII tiene claro que «cuando te metes en el mundo de las drogas caes en un vicio muy grande y luego cuesta mucho salir. Vengo todos los días, me gustaría trabajar de entrenador de boxeo o de repartidor, por ahora».

En definitiva, estos jóvenes han demostrado tener las ideas claras, gracias a las charlas que han recibido por parte de Dolar One para concienciarlos sobre la importancia de tomar buenas decisiones en la vida, alejadas del acoso, la violencia y las drogas. 

La iniciativa de pintar grafitis en el patio del colegio Nazaret no solo ha mejorado su aspecto, lo cual es lo menos relevante, sino que se ha convertido en una poderosa herramienta para los menores. Estos grafitis les recordarán, cada vez que se sientan perdidos, que siempre hay un camino mejor, un camino donde el arte y la reflexión pueden marcar la diferencia en sus vidas.

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