"Prohibidos" los deberes en verano en la provincia de Alicante

Excursiones en la naturaleza; horas en la playa o la piscina; libros para mirar o leer por placer pero sin resúmenes; jugar al cinquillo y escribir cartas son las tareas recomendadas por algunos especialistas

Niños leyendo libros durante las vacaciones de verano en Alicante

Niños leyendo libros durante las vacaciones de verano en Alicante / Pilar Cortés

A. Fajardo

A. Fajardo

"Los deberes escolares de verano deberían de estar prohibidos por ley y se debería dedicar todo el tiempo al juego». Es una de las contundentes frases que el psicólogo de un centro educativo de Elche ha dirigido a las familias al acabar el curso. Un mensaje compartido con creces en buena parte de los colegios e incluso institutos de la provincia donde cada vez son menos los profesores que mandan a sus alumnos los clásicos cuadernos de repaso que hasta hace no mucho han marcado las vacaciones de miles de escolares. Sin embargo, aunque esta filosofía se está extendiendo en la comunidad educativa dentro de la imperante apuesta de educar en positivo, también hay expertos que se posicionan totalmente en contra y defienden una mayor disciplina.

¿Quién garantiza que esos tradicionales deberes los hace el niño? ¿Quién los corrige? ¿Sirven para aprender lo que no se ha aprendido durante el curso? Ante estas incógnitas, equipos directivos, psicólogos y educadores sociales coinciden en sus respuestas: Los deberes tradicionales ya no se recomiendan, el mayor consejo que dan es que los escolares jueguen porque con el juego están aprendiendo. «Pensamos que los niños tienen que descansar en verano, llevan un esfuerzo muy grande en el curso, tienen que descansar de los deberes tradicionales. Lo recomendable es que hagan otro tipo de actividades», explica Mireia Orgiles, catedrática del área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), quien pone el foco en la importancia de romper con la rutina y en seguir aprendiendo de otra forma, con un aprendizaje que venga del ambiente y del juego. Y es que, tal y como indica esta especialista, a nivel emocional el niño necesita descansar para empezar septiembre con energía porque, de lo contrario, parece que el verano es una continuidad. Aunque expertos coinciden en la importancia de seguir siempre las recomendaciones del tutor o del equipo orientador del colegio, tampoco son partidarios de que ni los niños que van más flojos se pongan a hacer copiados, por ejemplo «porque se aburren y se frustran», indica Orgiles.

Como ella, la profesora titular en el área de Didáctica y Organización Escolar del Departamento de Psicología Evolutiva y Didáctica de la Universidad de Alicante (UA), Carolina González, apuesta por el equilibrio: «El verano no es tiempo de deberes como lo entendemos tradicionalmente, es tiempo de jugar para aprovechar el juego y el aprendizaje, como recurso educativo». Este consejo, tal y como reconoce la experta, implica más esfuerzo que coger un cuadernillo tradicional de actividades, sobre todo para los padres, porque hay que ser creativo y enganchar a los niños. 

Niños jugando a las cartas en Alicante con su abuela

Niños jugando a las cartas en Alicante con su abuela / Pilar Cortés

Esta filosofía de deberes alternativos, contribuye a que los escolares tengan, según González, más ganas volver a la escuela. Ahora bien, «eso no significa que se les recomiende desconectar del todo ni que dediquen demasiado tiempo a las tecnologías o las redes sociales. Eso hay que evitarlo y que esté equilibrado con el ocio», añade. Por ello, la docente de la UA defiende la necesidad de dejar tiempo libre para que los pequeños experimenten, para que puedan crear, lo que ve algo esencial para aumentar su motivación. 

 Uno de los motivos por los que los profesores de Infantil, Primaria y cada vez más en Secundaria huyen de los clásicos deberes desde los últimos años tanto en los meses estivales, es porque «el éxito escolar de un niño no depende de lo que su familia le pueda ofrecer en casa», explica Isabel Moreno, directora del colegio Port de Xábia, quien admite estar en contra de los deberes porque «contribuye a agrandar la brecha. Hay casos en los que las familias no tienen conocimientos para ayudar a sus hijos con las tareas del colegio o tiempo para ello por sus horarios de trabajo».

Formas de aprender

Con este nuevo concepto de enseñanza cada vez más extendido en los centros, psicólogos y docentes coinciden en que una cosa es no mandar deberes, pero otra es no hacer nada durante las vacaciones. Ideas hay diversas y detrás de lo que puede parecer más rutinario hay una inimaginable fuente de aprendizaje. Jugar mucho para fomentar la autonomía personal y la creatividad de los más pequeños es el punto de partida. Para los más pequeños, los de Infantil, se les recomienda desde coleccionar piedras u hojas de árboles, hasta observar las hormigas, experimentar con la arena, con el agua, disfrutar de la naturaleza, ver esconderse la luna o salir el sol, mirar álbumes familiares, dibujar y muchas horas con amigos para fomentar las relaciones y actividades comunes.

 La lectura son los deberes estrella en los que todos coinciden: que lean cuentos, o que se los cuenten a los que todavía no sepan leer, que ellos elijan las historias que quieran, que no sean impuestas, e incluso ir a la biblioteca para elegirlos ellos mismos, también visitar el museo de la ciudad. A los que ya saben escribir, en algunos centros les piden un diario con lo que hacen cada día, tanto en castellano, como en valenciano, escribir recetas o mandar una carta a la familia para contarles cómo les va el verano y así trabajan la ortografía.

Tener rutinas en casa, recoger los juguetes y la habitación para aprender responsabilidad es otra de las pautas, así como ayudar en la cocina. Para repasar las matemáticas, aconsejan que vayan a hacer la compra para sumar o restar los precios, o fijarse en el ticket de la comida de un restaurante para aplicar los conocimientos adquiridos durante el curso. Para el inglés, les sugieren que vean películas en versión original.

¿Y la disciplina?

Frente a estas teorías, hay otros especialistas que todavía creen en la necesidad de sentar a los niños a la mesa desde unos minutos a una hora al día, tanto para los niños que cursan Infantil, Primaria, como Secundaria, por la sencilla razón de que no olviden lo aprendido y de que no pierdan la disciplina y lo comparan como aquel deportista que deja de hacer ejercicio dos meses. «Se está viendo los deberes como algo negativo y se está abogando por una infancia en la que los niños sean felices. Eso es el primer objetivo de todos, pero cualquier disciplina hay que practicarla y en verano tienen todo el tiempo del mundo para hacer de todo», explica Javier Martínez, orientador educativo del IES San Jaime de Alicante y miembro de la Asociación de profesionales de la Orientación Educativa de la Comunidad Valenciana. El experto destaca la necesidad de «criar a niños responsables, autónomos y disciplinados porque es lo que va a definir su futuro» y defiende los deberes tradicionales porque «les mantiene el hábito de estudio, refuerzan lo que han aprendido, tanto lo que se les da bien como mal, les dota de mayor base».

Las academias, condenadas a reinventarse

Las academias de toda la vida se han visto condenadas a reinventarse en la última década para sobrevivir a los nuevos conceptos de aprendizaje. En primer lugar, desde que las recuperaciones de septiembre desaparecieron y se pasaron a julio. Aquello abocó a muchas al cierre durante los meses de verano. Frente a ello, hay centros de repaso que sobreviven porque compaginan su enseñanza con preparación para oposiciones o para estudiantes universitarios, según indicaron desde la Asociación Empresarial de Centros de Enseñanza y Formación de Alicante.

Hay academias que desde que los deberes de verano han dejado de ser obligatorios y son solo recomendables en caso de algunos centros educativos, que han optado por buscar nuevas fórmulas para atraer a estudiantes. Han apostado por un tipo de refuerzo más lúdico, dinámico o más enfocado a lo que podría ser una escuela de verano. En cambio, para Secundaria se encuentran con que el bajo nivel de algunos estudiantes no se puede solucionar sin un esfuerzo mayor por parte del alumnado durante los meses de verano. De ahí que defiendan un equilibrio: disfrutar del verano sin necesidad de dejar a un lado los estudios.

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