HACE 50 AÑOS | Del 8 al 14 de julio de 1974

Tabarca se queda sola y en Santa Pola no cabe nadie más

La isla pierde población a ritmo vertiginoso y denuncian: «Estamos abandonados»

Hace 50 años en Alicante, del 8 al 14 de Julio de 1974: Tabarca abandonada y Santa Pola abarrotada

Rafa Arjones

Ramón Pérez

Ramón Pérez

A finales del siglo XIX Tabarca comenzó a despoblarse: escasez de agua, infertilidad de tierras… El que podía se iba. En los años veinte quedaban en la isla unas 1.000 personas. Tras la guerra se vació más todavía y en 1974 INFORMACIÓN publicaba que eran 150 vecinos y que se había perdido la cuarta parte de población en un solo año. A ritmo vertiginoso Tabarca se quedaba sola. «Estamos abandonados», se quejaban los vecinos. La isla no reunía las condiciones para vivir: falta de agua, de luz… Aun así, todavía se oían voces de resistencia: «La tranquilidad que aquí tenemos y el contacto con la naturaleza es un don del Señor que no se paga con nada». El periodista que firmaba aquella noticia ponía, tras la declaración de la vecina, una anotación: «[…] la viejecita, además, decía no entender la fiebre existente por los bienes de consumo». Podía imaginarse lo que venía. En realidad, aquél no era un comentario aislado, sino que varios vecinos hablaban de una mano negra: «Se están empeñando en hacernos la vida imposible para ver si todos abandonamos l’illa y pueden hacer de ella un centro turístico a su antojo».

A poco más de cuatro kilómetros, en Santa Pola, se vivía una eclosión de turismo como nunca antes se había visto. La Gran Playa estaba a reventar y se decía que en ese verano de 1974 habría 80.000 personas en el municipio. El alcalde, Tomás Buades, dejaba una buena crítica con efecto retroactivo en la entrevista que le hacía G. Pomata en este periódico. «En la Gran Playa se impuso el buen criterio y los edificios no tienen más de dos o tres alturas, pero entre Gran Playa y Santa Pola se permitió edificar un grupo de mastodontes que son una aberración en primera línea marítima».

Los problemas alrededor del turismo, las masificaciones, los abandonos de parajes naturales por intereses privados o los edificios que afean el entorno eran ya hace 50 años preocupaciones que asaltaban el día a día de los alicantinos. También había sucesos menores, pero que incordiaban sobremanera a propios y extraños. Uno de esos problemas cotidianos eran las retenciones en la Cantera por unas obras de saneamiento de la montaña (estaban cayendo piedras a la carretera) que tardaban más de lo debido.

También era noticia tal semana como ésta pero de hace cincuenta años la plantación de árboles en la avenida de Maisonnave, a la que ya comenzaba a acompañarle una coletilla. «Últimamente urbanizada». De todas formas, aún quedaría una década para que esa vía cambiara su fisonomía para siempre y pasara de cocheras a la milla de oro, empujada por la inauguración de El Corte Inglés en 1989.

Aquellos días Alicante acogía un concurso nacional de destreza en el oficio y sonadas fueron las exhibiciones de los bomberos venido de Tenerife y de Huelva. También era objeto de debate el buen ritmo de las obras (¡oh, es posible!) de las escuelas en Juan XXIII, Colonia Requena, Babel y San Blas que aseguraban que en septiembre no habría problema de plazas de EGB en Alicante. Sin salir de la educación, en la ciudad cogía peso un curso de verano para extranjeros, que se matriculaban eminentemente de castellano, pero también de historia y cultura españolas. Más turistas así, por favor.

Pero no todo eran libros y clases, era julio y los artistas se nos amontonaban por todos los rincones de la provincia. A Alicante llegaba Sara Montiel, que fue recibida con un ramo de flores en el aeropuerto y que soltaba titulares en cada frase. «Yo fui la primera mujer que hizo destape porque soy generosa con mis encantos», fue una de las perlas de aquella segunda semana de julio de 1974.

En Arenales tuvo lugar una cita con mayúsculas para el mundo de les Fogueres, pues se organizó una noche homenaje para toda las Belleas del Foc desde 1933 hasta la última, la de 1974. Una velada memorable de reencuentros y batallitas.

Aunque ese fin de semana el sarao por excelencia era la XVI edición del Festival de Benidorm, celebrado en la plaza de toros y presentado por la actriz Fiorella Faltoyano. Hubo participantes fuera de concurso como Betty Missiego, Mari Trini, Patxi Andión, Sergio y Estíbaliz y Emilio José, ganador del festival el año anterior. Entre canción y canción, el toque de humor lo puso Fernando Esteso. Fue una edición que recibió 637 canciones, de las que se eligieron 22 para competir en las dos semifinales.

Entre los diez finalistas hubo nombres conocidos como Manuel Alejandro, Braulio, José Luis Perales, Jacobo o Miguel Ángel. El ganador sería Juan Erasmo Mochi con el tema Un camino hacia el amor.