El guiño a Alicante en la película que triunfa en Netflix pese a no tener ni pies ni cabeza

La cinta de tiburones de Xavier Gens "En las profundidades del Sena" lidera los títulos más vistos en la plataforma a pesar de las críticas negativas

Tráiler de "En las profundidades del Sena"

J. A. Giménez

J. A. Giménez

Fue la película que reestrenó Ciudad de la Luz, la primera en rodar en los estudios de cine de Alicante tras más de una década sin acoger producciones audiovisuales y cinematográficas por vulnerar en su día la libre competencia impuesta por la Unión Europea.

"En las profundidades del Sena" llegó hace cinco días al catálogo de Netflix y no ha tardado en liderar la clasificación de los títulos más vistos por los suscriptores de la plataforma. Y también en dar mucho que hablar...

Si Fernando Fernán Gómez dejó dicho que las bicicletas son para el verano, con los años ha quedado bien claro que los tiburones, también. Cuando llegan los calores y la gente empieza a ir a la playa, nada mejor que una peli de escualos. Así de masocas somos.

Y en el caso de la cinta que nos ocupa, todavía más. Porque a pesar del éxito que está cosechando en la N roja, cinematográficamente el trabajo de Xavier Gens, que usó el tanque acuático de Ciudad de Luz, hace aguas por todas partes.

Partiendo de que la premisa del guion ya suponía un reto mayúsculo, casi insalvable, el irregular cineasta francés ha hecho lo que ha podido, que no es otra cosa que envolver en un papel medianamente vistoso un regalo insustancial.

Caricaturas, tramas imposibles y un final explosivamente loco

Personajes arquetípicos y caricaturizados a más no poder: la zoóloga que pierde a todo su equipo durante una misión científica; un policía fluvial cachas y guapo que, oh qué cosas, también está traumatizado por lo que le pasó en una guerra (lo que surja entre ellos no te sorprenderá); una joven idealista a lo Greta Thunberg que dirige una organización ecologista que no tiene medios pero cuenta con unos recursos que ni la NASA; una hacker con gafitas a la que no le falta el gorro a lo Chema Alonso; una alcaldesa de París dictatorial y soberbia, que solo mira por el poder y el lucimiento personal, aunque ello le cueste la vida a cientos de conciudadanos a manos, o mejor dicho mandíbulas, de las verdaderas estrellas del espectáculo: unos tiburones más sedientos de sangre que los protagonistas de la trilogía de Rob Zombie, que se reproducen como los Ruiz Mateos y que crecen como megalodones.

Rezaba Netflix en la promoción de "En las profundidades del Sena" algo así como que combina la tensión de "Tiburón" con el terror de "Así en la tierra como en el infierno". Una sobrada absoluta en la comparación y alejada totalmente de la realidad.

La película comienza queriendo tomarse en serio a sí misma, con un mensaje ecologista, pero conforme avanza el metraje pronto se va despojando de ataduras para convertirse en un chiste mal contado, desconcertando cada vez más al espectador, para acabar en un desenlace difícil de catalogar (¿ridículo? ¿estrambótico? ¿surrealista?) y que hace más fácil describirla así: "En las profundidades del Sena" emula la locura de la saga "Sharknado" y cuenta con un final que ya quisiera Michael Bay.

La Plaza de Gabriel Miró en Netflix

Fotograma de la aparición de la plaza de Gabriel Miró en "En las profundidades del Sena"

Fotograma de la aparición de la plaza de Gabriel Miró en "En las profundidades del Sena" / NETFLIX

En mitad del desaguisado, la curiosidad de ver que en un momento de la película aparece un lugar muy reconocible para los alicantinos. Y es que el director quiso hacer un guiño a la ciudad colando una escena de apenas 2 segundos filmada en la Plaza de Gabriel Miró, donde unas jóvenes ven a través del móvil un speech de la Greta Thunberg de la historia.

Esa nota hiperlocal, las escenas más gores (aunque forzadísimas) y algunos de los efectos especiales son lo único resaltable de otro trabajo para olvidar de Gens, embarcado en un proyecto que, como las víctimas propiciatorias de sus tiburones, no tenía ni pies ni cabeza.

Con todo, la puerta queda abierta a una secuela, por lo que no es descartable que el tanque acuático de Aguamarga vuelva a teñirse de rojo próximamente para dar continuidad a lo que podría ser una nueva saga cinematográfica de tiburones.