Alicante se rinde al gran maestro

Triple puerta grande en la tarde de la despedida de Enrique Ponce de Alicante, que escuchó una ovación de varios minutos en su adiós. David Galván y Tomás Rufo triunfaron por valor y entrega. La Feria de Hogueras vivió una gran fiesta taurina 

José Germán Estela

José Germán Estela

Hay ocasiones en las que merece la pena empezar por el final. Ayer la afición de Alicante demostró su categoría en la sentida despedida que le regaló a Enrique Ponce. Le costó al maestro de Chiva contener las lágrimas durante los casi tres minutos en los que los tendidos se rompieron en aplausos a toda una vida. Así da gusto estar en una plaza.

Toreo al natural por parte del matador de toros toledano Tomás Rufo. | VIGUERAS

Toreo al natural por parte del matador de toros toledano Tomás Rufo. | VIGUERAS / JOSÉGERMÁNESTELA

La tarde empezó bien. La banda de música volvió a pisar el ruedo al son de los pasodobles y el público puesto en pie tributó una calurosa ovación a Enrique Ponce tras el paseíllo. Antes, el alcalde le regaló un cuadro con la imagen de Manzanares padre.

Brindis de Enrique Ponce a su hija Bianca en el cuarto toro de la tarde. | VIGUERAS

Brindis de Enrique Ponce a su hija Bianca en el cuarto toro de la tarde. | VIGUERAS / JOSÉGERMÁNESTELA

Brindó Ponce el primer toro al público. Puso orden y gobierno cuando se quedó solo con él. Precioso y torerísimo fue le inicio del valenciano genuflexo llevando al toro muy largo. No le sentaban bien al de Daniel Ruiz los terrenos de tablas y con buen criterio Ponce se lo llevó cerca de toriles. Fue allí donde estructuró buena parte de su faena. El tiempo entre series fue fundamental. A destacar los naturales de la última serie, llenos de temple y buen gusto. Mató Ponce en la suerte contraria de media estocada arriba, que fue suficiente. A este toro le cortó una oreja.

Con el que hizo cuarto, pudimos ver la versión más clásica de Ponce a la verónica, su gran capote lacio voló como en las mejores ocasiones. El momento más emotivo llegó con el brindis a su hija Bianca, que estaba en el tendido. Todo este preámbulo sirvió para que el toro mostrara su justeza de fuerza y de raza. Se lo levó Ponce a los medios y allí intentó lucirlo.

No le bajó la mano en exceso y lo hizo todo con suma suavidad, en eso Ponce tiene sobrada experiencia. Más tarde y tirando de raza torera inició una serie de molinetes de rodillas que calentaron los tendidos. Para el epílogo Ponce tenía reservados unos cambios de mano llenos de sabor. Se llevó al toro a los medios para estoquearlo. Toda la plaza empujó la espada. Dejó un pinchazo hondo en buen sitio. Cortó una oreja tras escuchar dos avisos y abrió la puerta grande.

Galván por la puerta grande

Se presentaba en Alicante David Galván otro de esos toreros tapados , cuya tauromaquia esconde un tesoros preciados. Recibió al toro Finito, con un ramillete de verónicas primorosas volando muy bien los vuelos. Cuando iba a rematar, tropezó cayendo en la arena sin consecuencias. Ya en banderillas protagonizaron un gran tercio, Juan Carlos Rey y Juan Rojas, que saludaron montera en mano.

Con la muleta, se repitió la facilidad que le vimos con el capote. El toro Finito se movió bien y tuvo transmisión y profundidad en la embestida. Galván supo potenciar todas esas virtudes. La plaza estaba con él. Llama la atención la buena colocación de este torero y el clasicismo que le imprime a todo. Brilló con el toreo al natural, echando muy bien los vuelos. La faena fue larga y el toro, que tuvo un gran fondo de nobleza no abrió la boca en ningún momento. Pinchó para matar acto seguido de una buena estocada. Cortó una oreja.

En el quinto, un rumor de expectación llenaba los tendidos. David Galván inició a pies juntos la faena a un toro de nombre Diablillo, muy serio por delante.

Mucha fijeza y obediencia traía consigo el toro, aunque no vino acompañada de repetición ni de transmisión. Se paró muy pronto. Todas las series tuvieron que ser de muletazos sueltos, eso sí con buen trazo por parte del matador gaditano, pero sin continuidad.

Se perfiló muy en corto en la suerte contraria dejando un soberbio estoconazo, posiblemente de lo mejor que se vio en la tarde y una estocada que bien podría ser la mejor de toda la feria. Tras la muerte, escuchó un aviso y cortó una oreja de mucho peso.

Rufo volvió a triunfar

A tenor de lo vivido en los toros anteriores, Tomás Rufo hizo lo que corresponde y recibió al toro con dos largas cambiadas desde el tercio. Hay que recordar que Rufo regresaba a Alicante tras su triunfo del año pasado. Segunda vez que se escuchaba el apellido Rufo en la feria, tras la actuación de su hermano, Pedro, en la segunda clase práctica de los primeros días. Brindó al público y comenzó la faena de rodillas más allá de la segunda raya, un inicio que en Alicante siempre gusta.

Humilló con profundidad el toro de Daniel Ruiz, aunque le faltaron finales, en los que siempre protestaba. Una de las claves de la faena estuvo en encontrar la distancia que el toro pedía. Pero todo esto no fue suficiente para evitar que el toro se fuera apagando. Pese a todo, Rufo no desistió.

Los mejores momentos llegaron con la mano izquierda, con naturales muy templados y ajustados hasta que el toro aguantó. No dudó entonces Rufo en dejarse tocar la taleguilla por los pitones, un gesto que el tendido valoró con parte del público puesto en pie. Cuando Rufo se perfiló, en la plaza se hizo un silencio impropio del ambiente de Hogueras, el público quería premiarle. Pero dos pinchazos dieron al traste con la esperanza de cortar orejas. Una pena porque Rufo estuvo francamente bien con el toro. Recibió una calurosa ovación.

El sexto perdió la divisa nada más salir. Lo lidió muy bien con el capote Andrés Revuelta y saludaron en banderillas Sergio Blasco Y Fernando Sánchez. Tras el brindis de Rufo a Ponce, pudimos ver al toledano arrebatado.

El de Daniel Ruiz, pese a perder las manos en alguna ocasión, aguantó bien la exigencia en la muleta de Rufo. Notable fue una serie de naturales de trazo muy largo, muy templados y por abajo, como es el toreo de verdad. Esa serie fue la más celebrada y es que Rufo maneja muy bien el paño por este pitón. Estuvo muy bien con este toro, sin dudarle y dándole el tiempo que el toro pedía. Dejó una estocada perpendicular, que no impidió que cortara las dos orejas. Al son del pasodoble La Puerta Grande de Elvira Checa, dio la vuelta al ruedo Tomás Rufo.

Como si de un guion escrito se tratara, el adiós de Ponce fue casi perfecto, compartiendo la salida en hombros con sus compañeros.

Preciosa imagen de una salida en hombros multitudinaria, para poner el broche de oro a una carrera única, como la de Enrique Ponce. Mereció la pena esperar hasta el final para ver cómo una vez más, el maestro abandonaba en hombros la Plaza de Toros de Alicante, que tantas alegrías le ha dado a lo largo de su carrera. No ha faltado a casi ninguna Feria de Hogueras en sus 31 años de alternativa. La diferencia es que ha sido la última que lo hará vestido de luces. Gloria eterna a los grandes toreros.