Victorino encumbra a Escribano

Al son del pasodoble Carratalá comienza cada tarde el paseíllo en Alicante. El recuerdo a aquel novillero que estudió en el colegio de los Salesianos y que enfilaba el camino para ser figura está presente siempre.

Serio fue el primer toro de la tarde. Se llamó Disparate y acudió francamente bien a los vuelos del capote de Rafaelillo. José Mora y Pascual Mellinas cuajaron un buen tercio de banderillas y la lidia, templada y precisa, corrió a cargo de Álvaro Oliver.

Con la muleta, Rafaelillo quiso llevar al toro largo desde el principio. La veteranía y el conocimiento del murciano hicieron que pareciera mejor toro de lo que era. Por el pitón izquierdo hubo dos series muy importantes que hicieron que el público entrara de lleno. Dejó un pinchazo suelto arriba y volvió a pinchar en un gran sitio, lo que hizo que el toro se echara. Fue ovacionado en el arrastre y Rafaelilllo saludó en la segunda raya.

Con dos largas cambiadas desde el tercio recibió al cuarto, un ejemplar de mirada cristalina que blandeó de salida poniéndolo todo muy difícil. Con esos mimbres, Rafaelillo no pudo hacer nada. Lo mató de una estocada desprendida.

El segundo toro fue alto, largo y quebrado de lomo. Lo recibió Escribano con una larga cambiada. En banderillas cuajó un gran tercio, con un arriesgado par por los adentros, que puso al público en pie.

Escribano brindó al doctor Alberto Miñano, uno de los hombres que le salvó la vida.

El toro tomaba bien el primer muletazo pero en el segundo se revolvía de manera peligrosa, pero encontró a un torero firme y seguro. Mejor condición tuvo el de Victorino por el pitón izquierdo, fue por ahí por donde vimos las series más lucidas. Escribano estuvo muy centrado con este toro, muy bien colocado e imponiendo su mando. Mató de una estocada suelta y algo desprendida, que fue suficiente. Cortó una oreja de ley.

Un momento de peligro al ser volteado Escribano por el quinto toro de Victorino Martín.

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La faena de la tarde

Una larga cambiada sirvió para recibir al quinto toro. Lo picó bien Juan Peña, con un único puyazo en toda la yema. Escribano volvió a ser protagonista en banderillas. Sonaba el pasodoble Francisco Alegre y alegría no faltó. Brindó el toro a la Policía Nacional por los 200 años de vida de este insigne cuerpo. Escribano fue construyendo poco a poco una faena a base de esperar al toro y consentirle mucho. Así logró extraer muletazos de gran profundidad.

Se encontró el de Gerena con un gran toro de noble embestida, de gran humillación y que fue a más. Un hecho que permitió a Escibano abandonarse y gozar de esa gran condición. Todo lo hizo muy despacio y en la media distancia creando con el toro un binomio casi perfecto. La faena fue larga, pero cuando un toro ofrece ese fondo de calidad, todo se hace corto. Tal fue el grado de abandono del torero que sufrió una voltereta en la que el toro dibujó una cornada que pudo haber sido muy seria. Todo quedó en un susto. Un soberbio estoconazo hizo el resto. Antes de que el toro doblara, ya había pañuelos blancos en los tendidos. Este fue un gran toro al que se premió con la vuelta al ruedo. El presidente José Antonio de la Dueña no concedió la segunda oreja, pese a la abrumadora mayoría de pañuelos que poblaban los tendidos. Sus motivos tendría. El público le abroncó de manera casi unánime.

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Jiménez encontró su sitio

Se presentó Borja Jiménez en Alicante como matador de toros y lo hizo con un toro más armónico y mejor hecho que los dos anteriores. Lo toreó muy bien a la verónica . Ya con la muleta y sobre el pitón derecho llegaron las series más celebradas. El toro humilló y lo hizo con clase. Atacó Borja en todo momento, tanto que en ocasiones se aturullaba un poco. Cambió la espada el de Espartinas y nos deleitó con dos series de naturales. Especialmente notable fue la última a pies juntos. Tuvo que entrar a matar en tres ocasiones dejando finalmente una estocada entera.

Con el que cerró plaza vimos a Jiménez en plenitud. Las series fueron muy buenas por ambos pitones, especialmente por el derecho. La faena fue medida pero suficiente para ver lo mejor del toro. Estuvo muy centrado Borja y lo lució hasta el final.

Lo mató de una estocada entera y cortó una oreja.

Se llegó así al final de una feria de gran contenido artístico y con buena asistencia de público. La puerta grande de Escribano puso ayer el broche de oro.