Cocúa ya está en casa; no quería perderse las Hogueras. Casi 30 meses después de que iniciara su penúltima aventura náutica rumbo a la Antártida, el navegante alicantino José María, Cocúa, Ripoll llegó el pasado sábado a las instalaciones del Club de Regatas al mando del velero «Archibald» después de recorrer varios de los confines más inhóspitos del planeta y vivir situaciones «extremas» con la meteorología.

La expedición al continente antártico se inició en el Puerto de Alicante en la víspera de la Nochebuena de 2012. A bordo del velero, Cocúa navegó en solitario durante seis meses y medio a través del océano Atlántico hasta llegar a las costas de Brasil y posteriormente alcanzar el puerto de la ciudad de Buenos Aires.

Una vez en la capital argentina, y con el barco bien pertrechado, en compañía de otros tres amigos navegantes puso rumbo sur hasta alcanzar del Círculo Polar Antártico. En esa travesía tuvo que enfrentarse a las «terribles» tormentas del Pasaje de Drake, Cabo de Hornos e Isla de los Estados. «Ha sido una aventura muy extrema porque tuvimos que soportar una suma de todo: frío intenso, temporales de viento de más de cien nudos y borrascas una detrás de otra», recordaba ayer Cocúa.

Rumbo a la Antárdida, iniciaron entonces una tercera fase de la aventura, en la que durante seis meses el «Archibald» recorrió los desconocidos parajes del Cono Sur americano, visitando lugares a los que sólo tienen acceso embarcaciones especiales debidamente acondicionadas para afrontar una climatología muy adversa: frío extremo, hielos flotantes y vientos huracanados. «El barco estaba bien preparado», resalta Ripoll, «pero navegas por el peor sitio y en las peores condiciones posibles. Al sur del Cabo de Hornos no es como en el Mediterráneo; allí nadie te puede ayudar y te tienes que valer por ti mismo para solventar los problemas».

Finalmente, las severas condiciones meteorológicas, que congelaron grandes bloques de mar, obligaron a Cocúa a diseñar una ruta alternativa cuando sólo le faltaban 400 millas para llegar a la Antártida después de recorrer más de 7.000. Al término de la dura experiencia antártica, y una vez de regreso en Buenos Aires, Cocúa Ripoll volvió a zarpar en septiembre del pasado año, de nuevo en solitario, remontando la costa brasileña y las Guayanas suramericanas hasta alcanzar el mar Caribe, para desde allí poner proa hacia Europa, cruzando de nuevo el océano.

Pero los problemas no se acabaron en el continente helado, toda vez que a la salida de Buenos Aires una embarcación argentina compuesta por cuatro conocidos médicos que compartían esa ruta hacia el norte se extravió y no se ha vuelto a saber nada de ella desde hace ya tres meses, a pesar de la intervención de las marinas de Uruguay y Argentina.

«Más adelante», relata Ripoll, «camino de las Azores, fue necesaria la intervención del Barco Hospital Esperanza del Mar para rescatar a los tripulantes de cinco barcos que se habían perdido». Desafortunadamente, una niña falleció por hipotermia tras el rescate. El navegante alicantino calificó de «extrañamente accidentado» este periodo final de su aventura, en el que varios barcos que zarparon desde el Caribe tuvieron que dar la vuelta en pleno océano por el mal tiempo.