La tinta que recupera la autoestima

El Hospital del Vinalopó es de los pocos centros públicos que ofrecen la reconstrucción de la areola y el pezón con tatuaje 3D

Francisca, en la imagen superior, y Raquel, se someten a una revisión del tatuaje de sus pezones por parte de la enfermera y tatuadora  María Dolores Sáez, y el antes y después del tatuado. | ANTONIO AMORÓS

Francisca, en la imagen superior, y Raquel, se someten a una revisión del tatuaje de sus pezones por parte de la enfermera y tatuadora María Dolores Sáez, y el antes y después del tatuado. | ANTONIO AMORÓS / rubénmíguez

Rubén Míguez

Rubén Míguez

«Cuando haces una reconstrucción de mama, que tienes que quitar el pezón, lo que ven ellas no es su pecho, es un bulto, no tiene la identidad de una mama, esa identidad la coge cuando les tatuamos el pezón». Así de claro habla la enfermera del Hospital Vinalopó María Dolores Sáez, una de las tatuadoras especializadas en reconstruir la areola y el pezón con técnica 3D. El Hospital del Vinalopó es de los pocos centros públicos que ofrece, entre sus servicios, la reconstrucción del complejo areola-pezón mediante tatuaje 3D. Es un procedimiento sencillo e indoloro que se realiza en la consulta por unas enfermeras que se han formado específicamente con los mejores tatuadores del país y que consigue un gran resultado estético sin pasar por quirófano.

La tinta que recupera la autoestima

El antes y después del tatuaje en 3D del pezón. / Información

Y, más allá de la estética, las pacientes recuperan la autoestima. En muchas ocasiones evitan verse en el espejo, incluso mostrar sus pechos a su pareja tras la operación. «Lo que pretendemos con la unidad de tatuajes es reducir el síndrome de estrés postraumático en pacientes mastectomizadas mediante la realización de la técnica de micropigmentación del complejo areola y pezón», explica Sáez, quien añade, a modo de ejemplo, que «es como Mr. Potato, si le falta la nariz o un ojo, no está completo y se ve extraño, y es que no tener pezón es no tener la identidad de la mama».

Técnica

El centro hospitalario ilicitano instauró esta técnica en 2021 y, desde entonces, ha tatuado los pezones a una veintena de mujeres, que se sentían incompletas. A Raquel Cayuelas le diagnosticaron el cáncer de mama en una revisión rutinaria. «Fue algo inesperado», cuenta. Tuvieron que operarle y quitarle los dos pechos y, al año y medio, le pusieron las prótesis.

«Al principio es un shock, ahora con el tatuaje se ve el pecho de forma natural, cuando me vio mi marido se quedó impactado por lo bien que queda»

Raquel Cayuelas

— Afectada de cáncer de mama

«Al principio es un shock, ahora con el tatuaje se ve el pecho de forma natural, cuando me vio mi marido se quedó impactado por lo bien que queda, y mi hija se quedó muy sorprendida», señala con orgullo. De hecho, reconoce que este verano ha conseguido hacer topless. «Te cambia tu visión femenina, cuando vas vestida bien, pero al verte desnuda tu pecho es distinto, y al verte ahora con pezón es un gran cambio también para nuestra autoestima», señala esta ilicitana.

La tinta que recupera la autoestima

La tinta que recupera la autoestima / rubénmíguez

Francisca Diego también reconoce que «cuando te quitan el pecho te ves que te falta algo, y aunque te pongan la prótesis no se ve igual el pecho sin pezón». Ahora, gracias al tatuaje 3D, luce sin reparos sus pechos.

«Tras la operación nunca te quedan igual los pechos aunque te pongan la prótesis, tienes la cicatriz, pero con el tatuaje se ve un pecho normal, estoy muy contenta»

Francisca Diego

— Afectada de cáncer de mama

«Tras la operación, nunca te quedan igual los pechos aunque te pongan la prótesis, al quitarme el pecho entero tienes la cicatriz, pero con el tatuaje se ve un pecho normal, estoy muy contenta», manifiesta esta crevillentina a quien en 2017 le detectaron cáncer de mama. «No se acaba el mundo», nos dice antes de marcharse de la consulta lanzando este mensaje optimista para animar a otras mujeres que están pasando por lo mismo.

Mejora psicológica

«La mejoría del estado psicológico es brutal», comenta la enfermera y tatuadora María Dolores Sáez, recordando uno de los casos que ha tratado en el que una mujer apagaba las luces cada vez que entraba al baño y tapaba el espejo para no verse. «Cuando le hice los tatuajes del pezón fue la primera vez que consiguió mirarse en el espejo», señala con satisfacción. Un reconocido tatuador madrileño le enseñó la técnica y después realizó un curso de colorimetría y micropigmentación. Ahora consigue unos resultados muy realistas, en los que es difícil, de frente, distinguir un pezón real de uno tatuado. «Cerramos, de alguna manera, una etapa dolorosa».