Tribuna

¿Quién trajo a Elche los Populus illicitana?

Una imagen panóramica en la que se pueden apreciar los chopos ilicitanos en el paraje del Aigua Dolça i Salà, el pasado mes de marzo. | MATÍAS SEGARRA

Una imagen panóramica en la que se pueden apreciar los chopos ilicitanos en el paraje del Aigua Dolça i Salà, el pasado mes de marzo. | MATÍAS SEGARRA

Andrés M. Valero

En la partida rural de Altabix, en Elche, existe un lugar bautizado con el nombre Aigua Dolça i Salà, porque discurría la Acequia Mayor del Pantano, de agua «salmaya», y el acueducto del Obispo Tormo con agua dulce. En la parte superior de los taludes de la Acequia se desarrolla, desde tiempo centenario, una colonia de chopos (coordenadas N 38º 17’39 – W 000’ 42’20).

Los ilicitanos, de antiguo, han venido utilizando el mantra de que esta colonia fue introducida en España por los musulmanes. Esta teoría es errónea, como demostraré a continuación.

Carlos Vicioso, en su libro Salicáceas de España (Madrid, 1951) -los chopos, pertenecen a la familia de las salicáceas-, sobre su origen en Elche, escribe: «Respecto a la planta española y a su presencia limitada a Elche, pueden formularse cuatro hipótesis: La primera hipótesis es la de ser una especie autónoma, endémica en un reducido trecho de territorio español y teniendo parentesco próximo con especies orientales. Esto es muy posible, y de ello no faltan otros casos en la flora española.

La segunda hipótesis es la de no ser especie diversa de la P. Euphratica, pero sí autóctona en España; de este caso puede servir de ejemplo el Agropyrum cristatum, gramínea de los sequedales yesosos de las provincias de Lérida y Zaragoza y de Castilla la Nueva, cuya área se extiende por los países del Mediterráneo oriental hasta el Asia central.

La tercera hipótesis es la de ser planta introducida, pero de origen antiguo, atribuible acaso a los árabes. Esto, aunque posible, ya me parece menos evidente, pues así como en el caso de la palmera se explica perfectamente que introdujeran y extendiesen su cultivo por la importancia que para ellos tenía desde el punto de vista alimenticia, en lo relativo al chopo es diferente, pues poca utilidad les podía reportar para concederle la importancia de incorporarlo a sus preocupaciones, y, caso de traerlo, su plantación no se hubiera limitado a una parcela pequeña de terreno, sino que lo hubieran puesto en otros muchos sitios análogos de las provincias de Alicante y Murcia. De todos modos, de ser de origen cultural realizado por los árabes, no se trataría de una especie distinta, sino de la misma que vive en el norte de África.

Las tres primeras serían fácilmente adoptables (sobre todo las dos primeras) si se tratara de un territorio inexplorado por el que no hubiese pasado botánico alguno. No es éste el caso de Elche; la belleza de su paisaje de bosques de palmeras, sin par entre los variados paisajes que brinda nuestra Península, juntamente con las interesantes y raras especies de sus sequerales adyacentes, ha atraído la atención de numerosos botánicos tanto nacionales como extranjeros. Entre los primeros citaré: en el año 1791 el Rey Carlos IV ordena al botánico Antonio José Cavanilles recorrer todos los territorios de la corona hispánica para estudiar su Flora, quien estuvo en Elche durante el verano de 1793. En el curso de su viaje, Cavanilles, tanto por su categoría social y científica como por la misión oficial que llevaba, en cada localidad se ponía en contacto con las personas de más relieve, quienes le proporcionaban muchos de los datos que él consigna. El chopo de Elche, por lo diverso de todos los de España, ¿no iba a ser conocido de los ilicitanos? En la obra del botánico que este párrafo ocupa, queda palmario su paso por el lugar en que hoy están los chopos».

En 1883 estuvieron en estos lugares Clemente y Lagasca, herborizadores. Más tarde lo hicieron Máximo Laguna y Villanueva, botánico y director del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales, y Pedro de Ávila, ingeniero de Montes y Botánico, para preparar su libro Flora Forestal de España. También estuvieron los alemanes Heinrich Christian Funk, botánico y briólogo; y Heinrich Moritz Willkomm, botánico y geógrafo. Vicioso ironiza que habría que aceptar que estos pasaran por el lugar sin percatarse de la colonia; no dan testimonio. Él se resiste a creerlo.

El primer chopo clonado. | INFORMACIÓN

El primer chopo clonado. | INFORMACIÓN / AndrésM.Valero

Las sierras paralelas hacia levante junto a la Presa del Pantano, al norte de Elche, desaguan sus aguas de lluvia hacia las tierras junto a ellas, lo que desde tiempo prehistórico ha propiciado que éstas puedan convertirse en terreno laborable agriculturamente. Aunque siempre se les ha considerado terreno de secano.

Estos lugares son denominados por los ilicitanos como «Rincones»: Rincón de la Morera, Rincón de Animeta, Rincón de Candela y Rincón de Palut.

Personajes ilicitanos, unos comprando el terreno de alguno de esos «Rincones», otros simplemente trabajando como peones, abancalaron y obtuvieron cosechas, como de almendros y olivos.

Casi la totalidad de ellos vivían en la ciudad ilicitana y partían hacia su trabajo, a pie, amaneciendo, siguiendo el curso de la Acequia Mayor del Pantano, regresando, ruta inversa, al ponerse el sol, lo que de seguro les llamaría la atención el estado de los taludes de ésta, mayormente, mera zanja en la tierra.

«Emigración en Elche. En 5 de abril de 1842, en virtud de acuerdo capitular referente a orden del Señor Jefe político, se dio una relación por la municipalidad de esta Villa, de todos los individuos de ambos sexos, que, desde primeros de enero de 1840 hasta el 11 de abril de 1842 inclusive, habían dejado el domicilio que tenían en este pueblo y su término por no encontrar en el recursos algunos para su precisa subsistencia, a causa de la extraordinaria sequía y consiguiente falta de cosechas, cuya emigración se compuso en dicha época de 1.645 almas. (Según el censo de la población existían 16.068 habitantes, lo que supone el 10% del total)». Fuente: Joan Castaño García.

A finales del siglo XIX y la primera década del XX, según escribe Baltasar Brotons García, ilicitano, comprometido en los temas agrícolas de esta ciudad, y de los agricultores, en uno de sus opúsculos, relata la gran sequía sufrida en el lugar en ese espacio de tiempo, lo que provocó hambruna.

Ello obligó a migrar a una importante cantidad de agricultores a la cercana Argelia francesa, donde conseguían trabajos temporales en el ramo.

«Ens en anem a Orà a menjar figues de moro, a Orà ens anem, a Orà ens anem. No sabem quan tornarem».

Me permito citar la canción popular ilicitana sobre la migración obligatoria que más arriba se cita.

En aquella colonia francesa, Argelia, se había desarrollado una gran actividad agrícola. A ella fue enviado Louis Charles Trabut (12-7-1853 / 26-4-1929). Fue botánico y médico francés, profesor de Historia Natural en la Facultad de Medicina y de Farmacia en Argel. Con el botánico Jules A. Battandier (1848-1922) publicarán varios artículos sobre la flora argelina. Trabut fue responsable de la flora de Argelia, su suelo y sus habitantes, fauna, geología, antropología, recursos agrícolas y económicos.

Hago hincapié sobre el doctor Trabut por la importancia de este personaje, clave, para asentar el origen de los chopos, objeto de este artículo.

En Argelia, no se conoce la época, fueron importados chopos Populus euphratica desde la tierra del río Eúfrates (discurre entre lo que hoy es Irak y Siria), de ahí el nombre del árbol. En la época mesopotámica, los Populus eran utilizados para reforzar los taludes de sus acequias. Las raíces de esta especie botánica crecen horizontalmente, ello es por lo que fueron elegidos para que estas reforzaran los taludes. Ello, conocido por el doctor Trabut, copió en las acequias de riego Argelinas.

Se supone que ello llamaría la atención de alguno de los migrantes ilicitanos y consultaría con el doctor Trabut, citándole la similitud de las acequias argelinas y la Acequia Mayor de Elche. Trabut aconsejaría a estos ilicitanos que a su vuelta a Elche les proveería de esquejes de estos árboles y plantaran en los taludes de la Acequia Mayor, incido. Nos situamos en la época final del diecinueve.

¿Quién trajo a Elche los Populus illicitana?

¿Quién trajo a Elche los Populus illicitana? / AndrésM.Valero

El doctor Trabut viajó hasta Elche en el mes de octubre de 1907. Se tiene constancia de ello gracias a que estampó su firma en el libro de visitas importantes del Huerto del Cura.

Se hizo acompañar por alguno de los migrantes retornados de Argelia, ambos conocidos, por lo que se cita en párrafo anterior, al paraje del Aigua Dolça i Salà, donde comprobó la germinación de varios de aquellos esquejes, fijados en la parte superior de los taludes de la Acequia. Solo supervivieron en el intento «hembras». Estas, a la falta de machos, producen nuevas germinaciones, pero desde sus raíces. Cortó varios brotes de raíz (sierpes). Debido a la juventud de los sierpes, para asegurar los detalles identificativos, envía éstos a su amigo Louis-Albert Dode (en adelante «Dodé», apelativo por el que era conocido en el mundo de la Botánica) botánico y dendrólogo francés, especialista en salicáceas. Éste poseía un laboratorio en París. Trabut recomienda a Dodé analice los esquejes vegetativos obtenidos de la plantación de Elche. Después de las investigaciones pertinentes, Dodé confirma que pertenecen a la familia de chopos Populus, pero, debido a la juventud de las muestras, no quiere asegurar sean Euphrática, por lo que los bautiza con el nombre de Populus Illicitana. «La certeza del hallazgo de una forma viva de este grupo en España, en Elche, por el doctor Trabut, el pasado mes de octubre de 1907, es ciertamente lo más inesperado». «El clima especialmente cálido en Elche, el hecho de que el suelo de la llanura de Elche, próximo al mar, quizás todavía contenga proporción bastante elevada de sal, hace que la plantación de Populus illicitana prospere». «Expreso al doctor Trabut mi más sincero agradecimiento por comunicarme tal acontecimiento».

Ezequiel González Vázquez, catedrático de Selvicultura en la Escuela Especial de Ingenieros y Montes de Madrid, en 1928, avala la aportación del doctor Trabut con los Populus ilicitana y lo publica en España Forestal. En 1930, junto con botánicos extranjeros visita Elche y se hace acompañar la «singular arboleda que nos ocupa».

Llensa de Gelsen, botánico, en 1943 publicó sobre el género Populus ¿ilicitana? una excelente obra titulada Estudio botánico-forestal de los chopos. Orígenes del chopo ilicitano.

Carlos Vicioso Martínez, botánico y explorador español, y al que el rey Alfonso XIII le concedió el título de Caballero de la Orden Civil del Mérito Agrícola, está considerado como autoridad en la descripción y clasificación de los vegetales. En 1951, en su libro Salicáceas de España lo incluye como Populus Illicitano Dodé, Populus Euphratica Olivier, Olmo Blanco (en Elche).

A finales del siglo XX Jardinería Huerto del Cura SA desarrolla el siguiente informe sobre La plantación: «Datos geográficos. Altura sobre nivel del mar, 112,5 metros. Partida rural, Altabix. Paraje, Aigua Dolça i Salà Populus euphrática. Familia Salicáceas. Nombre: Chopo Ilicitano-Xop Ilicità. Se trata de una colonia de 169 ejemplares adultos, algunos de los cuales han fusionado sus troncos por su proximidad entre ellos. Existen varios rebrotes que ya se pueden considerar árboles jóvenes. Sobre el ejemplar más longevo anota: edad 100 años. Altura total 10,5 metros. Altura tronco 5,75 metros. Perímetro 1,1 metros. Diámetro de la copa 10,6 metros».

En 1998, Manuel Benito Crespo, botánico, director del departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales de la UA, junto a cuatro botánicos, en el laboratorio El Real Botánic de Huerto Kiew UK realizan análisis a los ejemplares de Pópulus illicitana-Pópulus euphrática a partir de muestras de 25 árboles, de los 257 que componen la colonia en el Aigua Dolça i Salà. Aparte de varios resultados científicos, en lo que en este artículo concierne, concluyen: «Toda la plantación son árboles hembra y sobreviven desde un solo ejemplar».

Benito, en conversación telefónica, aparte me manifiesta: «Si se hubiese dispuesto de más fondos económicos, hubiésemos profundizado en los análisis; casi con toda seguridad afirmaría que el ejemplar original provenía de la Argelia francesa, e incluso identificaríamos el árbol».