Eddie Redmayne es un actor británico dotado de un singular talento interpretativo que emociona y conmueve en su espléndida interpretación del astrofísico Stephen Hawking en la película La teoría del todo, que narra la relación de pareja entre el cosmólogo y divulgador científico y quien fue su primera mujer en una historia de amor fascinante y convincente, y en la que se narra la lucha de ambos contra la enfermedad degenerativa que postró al famoso astrofísico en una silla de ruedas.

Y, con ese recuerdo, me acompaña mi marido a ver la última película del británico Tom Hooper en la que Redmayne da vida a un pintor danés que fue la primera persona en la historia a la que se realizó una cirugía de cambio de sexo, en un filme que narra la vida de un transexual, y su complejo universo de emociones, y que, en palabras de Hooper, apenas se ocupa del sexo, sino del reconocimiento a través del amor, y que deslumbra con la fotografía, el vestuario y las impresionantes interpretaciones de sus actores principales.

Y al salir de la sala hablamos de cómo el amor es el núcleo de las relaciones de pareja, y a la vez, un misterio, y un impulso y una necesidad, y de cómo llegamos a una relación de sentimientos con la ilusión de compartir deseos e intimidad, y con la certeza del compromiso y la confianza, y con la convicción de que no depende de la apariencia, sino de la disposición y el cariño sincero el que fructifique esa relación y se mantenga en el tiempo.

Y evoco, en el amor y en las relaciones, los sentimientos de cercanía, afecto, compromiso y unión, así como esa pasión, de la que Joaquín Sabina dice que por definición no puede durar, pero que da paso, sin desaparecer, a la comunicación, el afecto, la satisfacción y la tranquilidad emocional.

Y continuamos hablando sobre tan buena película y sobre sus elementos de drama y romance, sus sentidas y brillantes dramatizaciones, el magnífico vestuario y el emotivo guión centrado en una pareja de artistas cuya vida da un inesperado giro y lo que comienza como un juego se convierte en un camino imparable hacia la liberación de un alma oprimida, que siempre va a estar acompañado en ese difícil recorrido por un firme e inquebrantable gran amor.

Y seguimos hablando de sentimientos y afectos, y de ilusiones y recuerdos, y de la vida en pareja y de lo bonito que es el amor, cuando recibo un WhatsApp de un amigo que me dice que acaban de ver una película que nos recomiendan y que se llama La chica danesa, y yo levanto la mirada, sonrío y respondo «pero bueno, ¿en qué fila estabais vosotros?».