Opinión | La espiral de la libreta

Vampiros del malestar

Un sector de la juventud se ha decantado en las urnas por opciones excéntricas o de ultraderecha. En parte, es el voto de la rabia, un corte de mangas. Alerta. 

El líder de Se Acabó la Fiesta, Alvise Pérez, en una imagen de archivo.

El líder de Se Acabó la Fiesta, Alvise Pérez, en una imagen de archivo. / ANDREA COMAS / AP

Como pilla lejos, resultaría más llevadero hablar solo de Chipre, de ese «youtuber» metido a eurodiputado que se llama Fidias, igual que el gran escultor de la Acrópolis y la Grecia clásica. Ay, Zeus, deidad del cielo y el trueno, padre de hombres y dioses del Olimpo, ¿cómo salir de esta? ¿Has vuelto a raptar a Europa? Resulta que el «influencer» chipriota, de 24 años, ha conseguido escaño en la Eurocámara sin programa ni partido ni pajolera idea, solo por la gracieta, como el Chiquilicuatre, aupado por sus 2,6 millones de seguidores y por hazañas tales como la de haber aguantado cien horas dentro de una pelota gigante de plástico o vivir no sé cuántos días en un aeropuerto sin gastar ni un euro. Ha cosechado el respaldo sobre todo de jóvenes entre 18 y 24 años. Si este es el grito de la rebelión juvenil, algo habremos hecho mal. 

Pero hete aquí que, en el huerto de casa, también ha brotado otra Amanita phalloides entre las acelgas: Alvise (Luis Pérez Fernández) y su lista: Se Acabó La Fiesta. Han llenado las urnas de ardillas. Nada menos que 800.000 votos, gracias a Telegram y otras redes sociales, sin apenas eco en los medios tradicionales. Alvise –ha pescado tres escaños, los mismos que Sumar– tilda de «furcias mediáticas» a los periodistas y se jacta de haber aspirado al acta de eurodiputado en busca del aforamiento para protegerse ante las causas penales que tiene abiertas por la difusión de bulos. La postpolítica riza el rizo.

Hace un par de días, una amiga argentina advertía en una charla respecto de Alvise: «Cuidado, no le den nafta, que así empezó Milei. Porque luego Frankenstein toma vida». O sea, a fuerza de hacerle casito, el outsider excéntrico tomó asiento en la Casa Rosada con la motosierra en ristre. Dicen los que saben que fue Mitterrand quien le dio cuerda a Le Pen padre. Qué hacer, pues, con personajes de esta guisa, ¿ignorarlos? No lo tengo muy claro, la verdad, pero llama la atención que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le dé tanta bola al agitador ultra Alvise nombrándolo en repetidas ocasiones durante la sesión de control. La ultraderecha y la antipolítica asustan, claro, pero más que agitar el espantajo conviene incidir en las causas. Pónganse a la faena, señores. El voto a Alvise se antoja en parte como un corte de mangas de los más jóvenes al sistema. Ojo.

Se Acabó La Fiesta, con su mensaje tóxico –«cada vez hay más inmigrantes ilegales que nos sabemos si son violadores»–, con sus soluciones de pacotilla, ha obtenido sus mejores resultados entre los hombres menores de 44 años y en zonas con altos niveles de desempleo. No, las izquierdas tampoco están haciendo bien el trabajo. En los próximos días no habrá que perder de vista el laboratorio francés, cuna de la «liberté, égalité, fraternité», tras el adelanto de las elecciones legislativas. El candidato de Marine Le Pen, el «tiktoker» de 28 años Jordan Bardella, logró seducir el 9J al 32 % de los ciudadanos entre 18 y 34 años. Los vampiros de malestar pueden ganar la partida en Europa.