Opinión

La coalición europeísta aísla a Meloni en el Consejo Europeo

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni. / EFE

El acuerdo de la reunión del Consejo Europeo del 27 de junio de 2024 ha confirmado las expectativas: se propone a la democristiana Von der Leyen para la presidencia de la Comisión Europea, y elige al socialista Antonio Costa para la presidencia del Consejo Europeo, y a la liberal Kaja Kallas como nueva Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad. Lo primero consolida la tradición de que un exponente del grupo político con más escaños, en este caso el del Partido Popular Europeo, recibe el encargo de formar una mayoría para ser sometido a una elección por el Parlamento Europeo para presidir el ejecutivo europeo. Viene siendo así al menos desde 1999. Además desde 2014 los partidos políticos europeos designan candidatos para dicho puesto al momento de las elecciones europeas, aunque en 2019 el Consejo Europeo no quiso proponer a Manfred Weber, quien había sido el elegido por el Congreso de su partido para esta función, sino a Von der Leyen. En esta ocasión se respeta esa convención, ya que la actual presidenta ha sido asimismo la candidata del PPE al cargo, si bien no optó a un escaño como habría sido deseable.

En todo caso, esta práctica pone de relieve el empoderamiento del votante europeo, ya que el Consejo Europeo no puede, como en el pasado, nombrar a quien quiera, sino que debe tener en cuenta los resultados electorales, como especifica el Tratado de Lisboa, y porque la propuesta debe ser respaldada por el Parlamento Europeo. Es decir, al menos en primera instancia, se propone a un representante, a ser posible el candidato, del grupo parlamentario con más escaños, lo que no impide la formación de mayorías alternativas (hasta ahora no se ha dado el caso). La UE por tanto funciona ya de manera muy cercana a una democracia parlamentaria estándar: el Consejo Europeo, como jefatura de estado colectiva, propone a la cámara un candidato a presidente del gobierno, como en España haría el Rey o en Italia el presidente de la República. De hecho Charles Michel, como presidente del Consejo Europeo ha mantenido reuniones previas con la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, y los jefes de los grupos parlamentarios, quiénes han trasladado mayoritariamente que consideran que Von der Leyen debe recibir el encargo de formar una mayoría parlamentaria para su elección. La alemana necesita una mayoría de 361 votos sobre 720 para obtener el segundo mandato como presidenta. A partir de este momento, debe negociar con su propio grupo, con el socialista, y el liberal, un programa o unas prioridades que le garanticen la elección. Como la votación es secreta, los 400 votos de esta mayoría podrían no ser suficientes. Debiera por tanto incluir en las negociaciones a los verdes, para subir a los 450 votos teóricos e ir al voto con más margen, ya que la inclusión formal del grupo ultraconservador y euroescéptico de Meloni en la coalición es incompatible con socialdemócratas y liberales (aunque puede conseguir algunos votos bajo cuerda del partido de la primera ministra, a cambio de una buena cartera para Italia en la comisión). Razón por la cual Meloni se ha abstenido en la propuesta de Von der Leyen en el Consejo Europeo, aunque ha votado en contra de Costa y Kallas, al sentirse excluída de la coalición pro-europea. Lo que solo demuestra su aislamiento porque para esos puestos por suerte no se requiere la unanimidad.

En efecto, es sano para Europa el acuerdo general entre democristianos, socialdemócratas y liberales, es decir, los europeístas. Es lógico que la segunda familia política en importancia, la socialista, se lleve la jefatura del Consejo Europeo, y la tercera (entre los pro-europeos al menos), la liberal, el puesto de Alto Representante. Meloni reivindica que su grupo es ahora el tercero de la cámara, pero los tres grandes grupos pro-europeos suman el 55 por ciento de los escaños, que con los ecologistas sube al 63 por ciento. El reparto también respeta el equilibrio geográfico, con representación para el sur (Costa, portugués) y el este de Europa (Kallas, Estonia), y entre países grandes, medianos, y pequeños.