Opinión | El teleadicto

El ascensor

Nueve personas encerradas tres horas en el ascensor de la estación de tren de Elche

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Leo aterrorizado la crónica de J. R. Esquinas donde relata cómo nueve personas permanecieron atrapadas a temperaturas extremas en el interior del ascensor de la Estación de Elx-Parc sin que nadie escuchara sus gritos. Más que un relato periodístico desvelo en él las claves de una sinopsis de una película de género. Me vienen a la mente los directores que podrían filmarla. Con un material tan alucinante (permanecer más tiempo del que dura Ben-Hur encerrado en un aparato a más de cuarenta grados, con niños) conozco amigos que obrarían maravillas. Aunque todo está inventado, las plataformas siempre estarían dispuestas a firmar contratos si huelen talento y dinero.

¿Qué fue capaz de hacer Rodrigo Cortés con un ataúd y un móvil? Nos hizo temblar y ganó todos los premios del mundo. Paco Plaza llevaría la historia a las presencias exteriores que visitarían el cubículo, por si el ascensor no era suficiente camarote de los Marx. El cordobés Francisco Javier Gutiérrez (Rings, Tres días) evocaría a algún demonio familiar; lo mismo que Guillem Morales, Jaume Balagueró, el algecireño Ángel Gómez o, quien sabe, una Carlota Pereda tan desatada como en Cerdita.

Viendo la infame Strangers 1 (son tres capítulos) constatamos cómo las historias de terror que tenemos a la vuelta de la esquina, con las que convivimos cada día, son mucho más apabullantes que las procedentes de la maquinaria hollywoodiense.

Convendría recordar, si podemos hablar un momento en serio, que hace justo un año el mismísimo alcalde de Elche, Pablo Ruz, tuvo que personarse en la estación del terror ilicitana para forzar el arreglo de la escalera mecánica, que llevaba muchos meses averiada. Doy fe de los cuarenta escalones que me tocó subir cada vez que llegaba el Cercanías. En esta tierra padecemos demasiadas Historias para no dormir, y no es un mal juego de palabras.