Opinión | El teleadicto

Ortuella

Netflix en un televisor.

Netflix en un televisor. / PIXELES

Acababa de iniciar mi vida en el piso de estudiantes junto al cine Monumental de Alicante. Era obvio que mi prioridad al trasladarme a la capital giraba en torno a la agenda cultural y los estudios me la traían al pairo. Era fundamental que el piso elegido tuviese televisor y que en él se viesen bien los dos canales. El 23 de octubre de 1980, cuando los seis habitantes de ese «gran hermano» de novatos todavía ensayaba los turnos de comidas y limpieza, un suceso lo cambió todo.

Clara Isabel Francia (hermana del escritor y colaborador televisivo Juan Francia; ay, los hermanos, hijos y parientes bien situados) abrió el Telediario de las 3 con una de esas noticias que marcan el resto de tu vida. Cincuenta niños habían fallecido víctimas de una explosión en un colegio de Ortuella. No tenía nada que ver con un acto terrorista. Fue el azar. El destino. Recién cumplidos los 18 años, y con las enormes cicatrices morales que acumulaba en mi biografía, volví a preguntarme dónde estaba Dios, o lo que fuera. Se me atragantó la comida, aunque disimulé, toda la vida disimulé.

Ahora Netflix prepara una serie basada en la novela de Aramburu que se inspiró en ese horror (dirigirá Mariano Barroso) y el pleno del Ayuntamiento de Ortuella no soporta la idea. «¿Por qué hay que lucrarse de la tragedia que vivimos muchos niños y mayores? Instamos a considerar la sensibilidad de nuestra situación y la importancia de nuestro derecho a decidir sobre nuestra historia y sobre su difusión pública». Un escrito firmado por PNV, EH Bildu, PSE-EE y Borobil-Podemos-IU solicitó «de manera respetuosa y enfática que no se realice ninguna película o producción audiovisual que trate sobre el drama que nuestro pueblo vivió en el pasado».

¿Todo vale por el entretenimiento? ¿Todo vale por la audiencia? n