CARTAS

La ciudad del medio millón de ideas

Una vista de Alicante, con el castillo de Santa Bárbara al fondo.

Una vista de Alicante, con el castillo de Santa Bárbara al fondo. / Pilar Cortés

Luis Rico Gómez

El otro día un amigo me comentó la noticia publicada en este periódico sobre la idea de nuestro alcalde Don Luis Barcala de incrementar la población de la ciudad de Alicante hasta el medio millón de habitantes en los próximos veinte o veinticinco años, a través de un nuevo plan general urbanístico. Una obra faraónica que incluye la ampliación de calles, bulevares, parques y los servicios sociales asociados (o eso esperamos los ciudadanos). Parece un proyecto interesante, y más viendo (y sufriendo) la saturación que vive la ciudad por la sobrepoblación turística.

Pero nos pusimos ambos a divagar el motivo principal de por qué exhibir este proyecto como idea de crecimiento demográfico, en lugar de venderla principalmente como una actualización necesaria de la ciudad actual. ¿Sería por necesidad económica de la ciudad? No debería. La economía de los ciudadanos no depende del tamaño de la ciudad, sino de la actividad que se desarrolla en ella, el salario medio, el número y nivel de los servicios públicos (colegios, médicos, centros culturales). En todo caso, quien más factura es quien más crece y eso solo beneficia fundamentalmente a las agrupaciones empresariales de cierto tamaño (cadenas de hoteles, restaurantes, transporte privado). Normalmente, en el mundo capitalista que vivimos, cuando la economía crece, no suele ser igual para todos. El reparto de riquezas es totalmente desigual (los ejemplos no son necesarios a estas alturas). Vender prosperidad para unos pocos, y salarios bajos, colegios concertados o privados y sanidad precaria para los demás, no es motivo de orgullo.

Ante un proyecto de esa magnitud, sería necesario un pliego de condiciones y un anteproyecto de viabilidad económica y social para los ciudadanos de Alicante, que a veces nos sentimos como segundo plato. Parece ser más relevante un turista o un visitante que un ciudadano que paga sus impuestos en su ciudad. Sería necesario incluir cuánta limpieza sería necesaria para cada nueva calle (sin incluir las que ya escasamente se limpian fuera de la zona centro), cuántos centros sociales y culturales para niños y mayores habría, cuántos centros de salud completos (con todas sus especialidades), parques y árboles por calle son necesarios tanto para ayudar contra el cambio climático como para alegrarnos la vista. Y más necesidades para mejorar esta ciudad.

Al final, después de tanta reflexión humanista, sólo pudimos llegar a una conclusión: quizás el señor alcalde sólo quiere que le pongan el nombre de una de esas nuevas calles, avenidas o bulevares. Porque alguien dijo una vez, que al final todo ser humano sólo busca perpetuarse en el tiempo.

A pesar de todo, anunció que «en las próximas semanas, se abrirá una consulta pública para conocer las peticiones y aportaciones que los residentes de Alicante puedan hacer al respecto, con el objetivo de poder tener en cuenta todos los puntos de vista sobre el desarrollo del entorno antes de tomar una decisión». Así que animo a todos los ciudadanos a que aporten sus ideas de ciudad para que sea diseñada democráticamente.