La decisión de Abascal de romper con el PP agudiza la división de Vox en las Cortes

Los trece representantes de los ultras en el Parlamento autonómico están partidos entre los que respaldan al líder nacional y los críticos por romper con los populares

El síndic de Vox en las Cortes Valencianas, José María Llanos, y la portavoz adjunta de los ultras, Ana Vega

El síndic de Vox en las Cortes Valencianas, José María Llanos, y la portavoz adjunta de los ultras, Ana Vega / Cortes Valencianas

Borja Campoy

Borja Campoy

El actual grupo de Vox en las Cortes Valencianas no se ha caracterizado por la unidad en ningún momento. Prueba de ello fue el relevo, en los últimos días del año pasado, de su portavoz, la presidenta del partido en Alicante, Ana Vega, por José María Llanos. Estas diferencias se han acentuado con el paso de los meses y apuntan a visibilizarse todavía más en las próximas semanas. El último elemento de fricción entre los trece diputados con los que la formación de extrema derecha cuenta en el Parlamento autonómico se ha producido a raíz de la decisión de Santiago Abascal, confirmada el pasado jueves, de romper los gobiernos regionales que compartían con el PP, entre ellos el de la Comunidad Valenciana.

De los trece diputados de Vox en las Cortes, cinco son por la circunscripción de Alicante, cinco por la de Valencia y tres por la de Castellón. La separación entre los representantes alicantinos, que son, al margen de Vega, Julia Llopis, José Muñoz, Miguel Pascual y María Teresa Ramírez, y los de Valencia y Castellón es prácticamente total. Estos diputados de Alicante apenas cuentan con el respaldo de uno de los representantes valencianos, por lo que el reparto es de seis para un bando y siete para el otro.

La decisión de Abascal de romper ha sentado especialmente mal entre los diputados de Valencia y Castellón. También entre los tres representantes con los que Vox contaban en el Consell hasta el pasado jueves, el vicepresidente Vicente Barrera y los consellers José Luis Aguirre y Elisa Núñez. Todos han mostrado, en mayor o menor medida, su descontento con Abascal. Barrera ya expresó en la reunión de la dirección nacional de Vox en la que se comunicó la ruptura con el PP su posición contraria a Abascal. Aguirre ha sido de los que más ha expuesto su enfado, sobre todo por el hecho de que tuvo que renunciar a su acta en las Cortes para formar parte del Consell y, menos de un año después, está fuera. Y Núñez abandonó este martes el partido ultra dejando un recado al líder nacional, con el que dice ahora no compartir sus políticas en materia de inmigración y violencia contra la mujer. En este grupo también se puede incluir a la presidenta de las Cortes, la castellonense Llanos Massó, que, de momento, sigue aferrada a su asiento al frente del Parlamento. 

La ruptura de Abascal ha agudizado las diferencias entre los dos sectores del grupo de Vox en las Cortes. Mientras el grueso de los diputados valencianos y castellonenses están molestos con la ruptura, los alicantinos aplauden la decisión del líder nacional. Entre otros motivos lo hacen al considerar que su partido corría el riesgo de diluirse entre el discurso del PP y no marcar un perfil propio. Esta diferencia de posturas pone más tierra de por medio entre los diputados de Vox, avivando un conflicto que se arrastra en el tiempo y que ya existía en la pasada legislatura, la que supuso su estreno en el Parlamento autonómico.

Uno de los problemas de fondo dentro de la división de Vox, y que ya salió a la luz cuando Vega fue rebajada a portavoz adjunta, es que la provincia de Alicante ha estado vinculada a la línea marcada por Javier Ortega Smith e Iván Espinosa de los Monteros, políticos caídos en desgracia para Abascal. En Valencia y Castellón, por su parte, se ha impuesto la corriente ultracatólica, que encabeza Jorge Buxadé, uno de los hombres de máxima confianza para el líder del partido. El sector ultrarreligioso está representado en la Comunidad Valenciana por los presidentes provinciales en Valencia y Castellón, Ignacio Gil Lázaro y Llanos Massó. Estos movimientos internos han pasado factura en Alicante en los últimos tiempos, como lo señalan hechos como la ausencia de alicantinos entre los miembros que Vox tenía en el Consell (solo había un alto cargo de la provincia, el secretario autonómico de Justicia) o la defenestración del marido de Vega, Mario Ortolá, en el Ayuntamiento de Alicante, en el que pasó de ser el portavoz al número dos.

La división entre los miembros del partido de extrema derecha, que puede apreciarse incluso en el comedor de las Cortes, apunta a ir a más en los próximos meses, ya que, al desaparecer Vox del Consell, el grupo parlamentario está llamado a adquirir un protagonismo mayor que el actual, por lo que la disparidad de criterios apunta a ser más evidente.