Unidos bajo las alas del Oriol

Cientos de personas se han congregado en el Ayuntamiento de Orihuela para ver al Oriol salir al balcón del Palacio del Marqués de Arneva, una cita que cada año convierte la noche en una velada especial frente a la Iglesia de las Santas Justa y Rufina, flanqueada por la Esquina del Pavo y la Universidad Miguel Hernández.

Pasada la medianoche ha hecho su aparición el símbolo de los oriolanos con motivo de las fiestas de Moros y Cristianos que rememoran la reconquista de la ciudad, 782 años después. Unas celebraciones que además en esta ocasión cumplen su primer cincuentenario desde su refundación y con el horizonte de conseguir la Declaración de Interés Turístico Internacional.

Orihuela está en guerra

"Bienvenidos todos, hijos de Orcelis", ha comenzado el alcalde del municipio, Pepe Vegara, que ha definido estas fiestas como "uno de los mayores logros conseguidos por los oriolanos en los últimos tiempos". 

El regidor ha hecho un llamamiento a la unidad "bajo las alas de nuestro Oriol", como aquellos legendarios que "fundieron sus ánimos y sus voluntades hasta crear un único corazón dispuesto a morir por la libertad".

Henchido de "orgullo oriolano y amor por Orihuela", ha puesto de ejemplo la gesta de "una mujer (siempre una mujer) que se puso al frente de sus gentes para ir eliminando uno a uno los obstáculos que se interponían en su camino", en referencia a la Armengola y a quienes la acompañaron, Arún y Ruidoms.

"Representas, Loli, a todas las mujeres oriolanas, capaces de sacrificarse en beneficio de los suyos, con una sonrisa en el rostro", se ha dirigido a quien encarna este año a la heroína oriolana, Loli Sánchez Mateos.

"Tenemos que ir conquistando las puertas del castillo para poder lograr nuestro objetivo", ha continuado Vegara, que, al igual que el año pasado, ha apelado al "sentimiento de oriolanidad" para conseguir "esa Orihuela limpia, libre y próspera, moderna y con mejores oportunidades".

Pese a las dificultades y los retrasos, Vegara se ha mostrado seguro de que "sin prisas, pero sin pausa, iremos viendo los proyectos convertirse en realidades".

Así, le ha pasado el testigo a otra mujer, en este caso a la Síndica Portadora de la Gloriosa Enseña del Oriol, Chelo Moñino, que este miércoles será la protagonista en el Día del Pájaro. "Cuando pongamos en tus manos nuestro venerado lábaro lo haremos sabiendo que lo confiamos a unas manos amorosas y expertas en recibir símbolos tan trascendentes como tus adoradas Vírgenes", ha manifestado el alcalde.

Reivindicaciones

Unidad y también reivindicación han guiado el discurso de Moñino: "Años anteriores, desde este mismo balcón, se ha reivindicado la autovía a la costa, el problema del agua, la recuperación del casco antiguo, el resurgir del comercio, etc. yo solicito a esta Corporación que nos ayude a mantener y promocionar mucho mejor lo que ya tenemos, los museos que posee nuestra ciudad, y una mayor señalización que oriente al viajero a visitar nuestro patrimonio cultural, nuestras preciosas calles y hermosos monumentos".

Pero sobre todo ha pedido que se generen oportunidades laborales, de ocio y servicios para los jóvenes, incluyendo el acceso a la vivienda, "brindándoles la oportunidad de ser profetas en su tierra" sin que tengan que poner su talento al servicio de otra comunidad autónoma.

Además, ha hecho hincapié en la particular geografía de Orihuela, uno de los municipios españoles con mayor número de pedanías, en concreto, 23. "Reivindico que se haga un esfuerzo por integrar nuestro municipio, por generar un sentimiento oriolano, y por que ningún residente en el término municipal pueda sentir que no es tenido en cuenta", ha señalado, desde Arneva hasta Barbarroja, desde Campoamor a San Bartolomé, desde Cabo Roig hasta Mil Palmeras.

Vuelta a los puentes

En este sentido, Moñino ha hecho un llamamiento a la Corporación municipal y a sus grupos municipales, así como a las entidades, empresas y a la ciudadanía en general: "Orihuela es mucho más que la vuelta a los puentes; son sus barrios y sus pedanías, su huerta y su Costa; tan oriolano es el vecino de la Plaza Nueva como el del Rabaloche, quien vive en el Puente Nuevo o en el Barrio Mariano Cases, Molíns, Torremendo, San Bartolomé, Villamartín, la vereda Liorna o cualquier rincón".

Por último, ha hecho referencia al legado de Miguel Hernández, "sentimiento del poeta cabrero que llega a nosotros como un hilo invisible de unión entre la gran diversidad de gentes con las que habitualmente convivimos", en un contexto convulso en el que cada vez hay más polarización.