Balonmano | Análisis

El último baile de la mujer de verde

El Atticgo Elche pone fin a una temporada histórica, con título europeo y subcampeonato de liga

Las jugadoras del Atticgo Elche reciben el reconocimiento del público tras concluir la final

Las jugadoras del Atticgo Elche reciben el reconocimiento del público tras concluir la final / Matías Segarra

David Marín

David Marín

Termina una temporada histórica para el Atticgo Elche. Una con aroma a último baile, a despedida de una parte importante del proyecto que ha convertido al equipo ilicitano en referencia del balonmano español. Lo hacen con lágrimas, de derrota y orgullo. Campeonas de Europa. Subcampeonas de liga. Cuartofinalistas de Copa.

Queda la duda de lo que hubiese ocurrido con un calendario mejor organizado. El final de curso del balonmano femenino ha sido caótico, con un carrusel de partidos decisivos casi sin descanso tras un mes de parón. Con el Atticgo Elche afrontando los dos partidos de la final de liga ante Bera Bera en cuatro días y con cinco jornadas de preparación menos que su rival, que en realidad fueron siete entre el viaje de vuelta de Eslovaquia y el día de celebración tras conquistar la European Cup.

No es casualidad que las franjiverdes hayan sido netamente inferiores a Bera Bera en las segundas partes de los dos partidos. La gasolina tiene un máximo. El esfuerzo y el orgullo, aunque no lo parezca, también. El Atticgo Elche compitió hasta el último segundo en los tres torneos, ganando uno de ellos con autoridad y perdiendo en los otros dos llevando al límite a sus dos principales rivales en España, a los que superó en la fase regular.

Y ahora, ¿qué? «¿Qué sucedera cuando las balas no reboten y los malos sean más fuertes y volar no sea tan fácil y conozcan nuestros planes?». Es una estrofa de la canción de Izal que las guerreras franjiverdes cantaron en el Ayuntamiento durante su jornada de reconocimiento en la casa de todos los ilicitanos e ilicitanas. Los mismos y mismas que dejaron, no solas, pero sí en familia a las campeonas europeas, en una celebración que merecía mayor reconocimiento.

Las jugadoras del Atticgo Elche cantan «La mujer de verde» en el Ayuntamiento

Matías Segarra

Necesidad de crecer

Queremos igualdad en el deporte y así debe ser. Pero sin muestras de reconocimiento reales y con cierto rango multitudinario, este Atticgo Elche tan bien trabajado desde la base corre el riesgo de ser solo un bonito recuerdo dentro de diez, quince o veinte años, como le ocurrió al Femesala campeón del mundo. Hace falta inversión. Hacen falta infraestructuras. Hacen falta profesionales. Hace falta atención mediática. Y hace falta afición, en el pabellón y en la plaza. Estas campeonas, subcampeonas y cuartofinalistas lo merecen.

Con los cambios que se avecinan en verano y volviendo al párrafo señalado de la canción todo apunta a que los rivales serán más fuertes la próxima temporada. Toca seguir la línea de trabajo de un proyecto que en los últimos años ha dado muchas alegrías, pero que siempre se ve obligado a reconstruirse desde la base, formada por canteranas o jugadoras jóvenes fichadas para crecer en Elche y en el Atticgo Elche.

Ojalá sigan apareciendo más mujeres de verde para que el proyecto del Atticgo Elche no se convierta en ese bonito recuerdo de unos años maravillosos. Ojalá las So Delgado, Wolfs y Van Zijl del futuro no tengan que dejar un aparente gran equipo por cuestión de crecimiento profesional. Ojalá las próximas Flores, Andreu, Morales y Méndez sigan peleando hasta el final por todos los títulos. Ojalá crezcan los patrocinios, las ayudas institucionales, la atención mediática y el número de aficionados. Ojalá este no sea el último baile de la mujer de verde. Y ojalá la canción de Izal siga sonando en el futuro.