Opinión | La Riá

Nos ha dejado un oriolano ilustre

"Joaquín Garrigós Bueno. Un oriolano que llevó el nombre de Orihuela más allá de nuestras fronteras sobre todo en Rumanía y México, gracias a la impronta que nos ha dejado como traductor al español de cincuenta y cinco libros de veintitrés autores rumanos..."

Joaquín Garrigós Bueno

Joaquín Garrigós Bueno / INFORMACIÓN

En la tarde del pasado miércoles, día 22 de mayo, nos dejaba después de una larga enfermedad Joaquín Garrigós Bueno. Un oriolano que llevó el nombre de Orihuela más allá de nuestras fronteras sobre todo en Rumanía y México, gracias a la impronta que nos ha dejado como traductor al español de cincuenta y cinco libros de veintitrés autores rumanos, entre los que se encuentran Mircea Eliade, Emil Cioran, Norman Manea, Camil Petrescu, Mihail Sebastian y Alexandru Ecovoiu.

Recuerdo un día de la Cuaresma de 1966, en el que los universitarios oriolanos en Murcia del Colegio Mayor Cardenal Belluga, organizaron el Pregón de Semana Santa, cuya Glosa me encomendaron. En esos momentos, desde Cartagena donde estudiaba me desplacé hasta el Paseo del Malecón y en un mesón se hizo el acto. Entre los presentes se encontraba Joaquín Garrigós, y otros amigos que también cruzaron a la otra orilla, Aníbal Bueno y José Luis Escudero Lucas. A Joaquín lo conocía de Orihuela, y un 5 de enero de 1969 fue mi excusa para conocer a mi mujer, a la que le pregunté por la calle, «tú eres hermana de Joaquín Garrigós», y tres años después el 15 de julio pasamos a ser familia.

Lo cierto es que Joaquín, después de dejar por una enfermedad el Colegio Santo Domingo, y trabajar en la tienda Casa Amador de su tía Mercedes, no estaba dispuesto a seguir estudiando. Sin embargo, gracias a los amigos de su padre, José Antonio Poveda y José Pazos, le hicieron comprender que su vida estaba enfocada hacia los estudios. Hizo efecto y pasando por la Academia Mercantil, recuperó los cursos de Bachillerato, se matriculó en Derecho, licenciándose en 1968, y posteriormente, en 1980, en Filología Hispánica en la Universidad de Murcia. Fue contratado como Letrado Sindical y después por el Ministerio de Trabajo, donde trabajó en Elche, Valencia, Santa Cruz de Tenerife y por último en Alicante, dejando siempre una estela de honradez y ecuanimidad.

Por fin, en 1994 inicia sus pasos como intérprete de lengua rumana. Tarea que le reportó numerosos reconocimientos en dicho país, en el que desde enero de 2006 a septiembre de 2009, ocupó la dirección del Instituto Cervantes en Bucarest. Y, desde allí promocionó a ensayistas y poetas de la revista oriolana Empiurema, llevándolos a Rumanía a dar conferencias. Revista de la que fue también colaborador.

Rumanía para Joaquín Garrigós fue como una segunda patria y siempre estuvo abierto a auxiliar a aquellos intelectuales rumanos que arribaban a España. Y la tierra de los Cárpatos se mostró agradecida por la difusión que a través de sus traducciones realizó sobre autores rumanos. Así, en 1998, recibió el Premio de la Unión de Escritores de Rumanía a la mejor traducción en lengua extranjera de una obra literaria por La noche de San Juan de M. Eliade; el Premio Poesis de traducción Satu Mare 2006; el Premio de traducción del Festival Días y Noches de Literatura 2007. Por otro lado, en España, recibió el III Premio Complutense José Gómez Hermosilla por su trayectoria como traductor. Fue además jurado del Premio Nacional de Traducción en 2005 y 2019, y del Premio FIL Lenguas Romances 2014, en Guadalajara (México).

Joaquín Garrigós, nos decía sobre su faceta como traductor durante los treinta últimos años: «He hecho mi trabajo de forma silenciosa, sin esperar otra recompensa que ver el libro en la calle y leer las crónicas favorables publicadas en la prensa literaria española. Entonces, cuando acariciaba el volumen todavía caliente, respiraba aliviado con la satisfacción del deber cumplido. Atrás quedaba una larga cadena formada por distintos eslabones, unos más felices que otros, hasta germinar en el libro. Y es que cuando hablamos de lenguas de circulación reducida, como es el caso del rumano, el traductor hace algo más que reescribir un libro en otro idioma. Es el auténtico factótum de que esa literatura se difunda en su lengua, pues él, el traductor, y no otro, es el encargado de divulgar esa obra desconocida, de hacer que los editores se interesen por ella y la publiquen. Esto solo puede surgir de una vocación. Es imposible hacerlo movido exclusivamente por un afán mercantilista de ganar dinero (algo muy legítimo, sin duda). Es una vocación movida, en mi caso, por el amor a la cultura, a la literatura rumana desde que, poco a poco, fui descubriéndola y viendo con asombro la inmensa categoría de sus escritores».

Y Rumanía se lo supo agradecer siendo condecorado como Comendador de la Orden del Mérito Cultural, por la Presidencia de Rumanía el 16 de enero de 2004; con la Medalla Conmemorativa Mircea Eliade por dicha Presidencia el 20 de septiembre de 2006; Medalla Aniversario del Centenario de la Gran Unificación, el 15 de septiembre 2021. A nivel académico, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad del Oeste Vasile Goldis de Arad en Rumanía, en 2006, al valorar su trabajo como traductor y difusor de la literatura rumana dentro del mundo de habla hispana.

La nota de su fallecimiento fue publicada al día siguiente por el Instituto Cultural Rumano en Madrid y dejó pendiente el homenaje que se le ofrece el próximo 6 de junio, en la Biblioteca Eugenio Trías en el marco de la Feria del Libro de Madrid, que será recibido por su familia. Joaquín queda en el recuerdo de Orihuela, en intelectuales, en sus amigos del Colegio Santo Domingo y en aquellos que lo conocieron.

Nos ha dejado un oriolano ilustre, Joaquín Garrigós Bueno, y estoy seguro que Dios, con su infinita bondad, le hará un hueco, pues Joaquín era buena persona.