Opinión | Ver, oír y gritar

Casi el principio de una (vieja) amistad bipartidista

Ilustración de Elisa Martínez.

Ilustración de Elisa Martínez. / MarcLlorente

El señor Feijóo no salió investido porque no quería ser presidente «a cualquier precio», como asimismo no ha querido alcanzar ningún acuerdo con Sánchez sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial porque no le interesaba. Otra opción era renovarlo con la mayoría emanada de las urnas. Pues no. Ahora, señoras y señores, el martes, milagro. González Pons y el ministro Félix Bolaños han sellado uno en Bruselas, en presencia de la Comisión Europea. ¡Qué infumable escenificación!

«Casi el principio de una amistad», manifiesta el vicesecretario de Institucional del PP. No obstante, los dos partidos mayoritarios no fuman la pipa de la paz. Y la oposición seguirá haciendo de las suyas. No simplemente discrepar cuando corresponda, cosa que está muy bien, sino organizar el reiterativo espectáculo circense de los horrores al que nos tiene habituados la retahíla de tan distinguidos e ilustres personajes.

Al líder del PP, a tiempo parcial, se le agotan los recursos contra el Gobierno de coalición. Tiene que explorar nuevas vías e intenta alejarse de la motosierra de Díaz Ayuso y Milei para promover otra imagen. Un simple espejismo en medio del fango popular. Elogia el modelo económico de la presidenta madrileña, que solo lo es de unos cuantos en la locura de trinchera que la construyeron, y la pone por las nubes.

La «locomotora económica de nuestro país», argumenta Feijóo sin ningún argumento válido, pocos días después de que Ayuso condecorara al presidente argentino, uno de los máximos campeones de las injusticias sociales. Según su declaración de principios y la fórmula que está aplicando en Argentina, rechaza contundentemente la justicia social, entre otras maravillas que la población está saboreando gracias a los votos concedidos.

Núñez Feijóo, por tanto, ama las fuertes desigualdades y la paulatina difuminación de los servicios públicos con políticas de reducción de impuestos en perjuicio de la mayoría de la gente, que queda desarmada, y en favor de las privatizaciones. El crecimiento económico prospera en Madrid, sí, y también la precariedad de muchos ciudadanos. De las clases medias y bajas. Disminuye la calidad de la sanidad y la educación públicas, y así sucesivamente. Ese es el tipo alabado de locomotora con sus negativas consecuencias. Ganen todo las rentas más altas, que siempre obtendrán pan duro las familias que luchan por salir adelante y acceder a servicios básicos de calidad. Por lo visto, eso es «creer en España» y no en los intereses particulares de algunos.

Este es el orden de prioridades de la derecha, mientras el Gobierno central prefiere que la economía vaya como un «cohete», de modo mucho más inclusivo y teniendo en cuenta las necesidades de los más débiles, el crecimiento sostenible y, por supuesto, la «endemoniada» justicia social con la mejora de las condiciones de vida de todos. La equidad forma parte del espíritu de la Constitución, esa carta magna que pregonan quienes se la pasan por el forro. No es ninguna novedosa conducta bajo el sol.

Volviendo a la renovación del CGPJ tras más de cinco años, la compañía de comedias de Feijóo lanza fuegos artificiales y dardos contra Sánchez como si fuese el que no quería desatascar y renovar este órgano constitucional. Le echan la culpa intentando tapar la irresponsabilidad mantenida al tenerlo el PP secuestrado impunemente, a fin de que los socialistas no pudiesen «colonizar» la Justicia. ¿Y los activistas judiciales de la derecha que continúan con la porra desenfundada en plan de justicieros de cine de serie Z? El ultimátum de Sánchez sirvió al político gallego para desbloquear la situación y pretender sumar puntos, después de tenerla bloqueada por intereses partidistas.

Esta es la lealtad de Feijóo al Estado y a la ciudadanía. Valen reforzar la independencia judicial y el equilibrio entre progresistas y conservadores a la hora de aplicar leyes que pueden ser interpretables dentro del marco legal. ¿Se refleja la pluralidad del Congreso y supone una democratización, o la politización seguirá existiendo? El bipartidismo de ayer puede ir cobrando fuerzas, dirigiéndose hacia una posible (imposible de momento) gran coalición. Parece la tendencia progresiva en el ámbito de una legislatura que peligra por los apoyos a Sánchez cogidos con alfileres. Cuestión catalana, la investidura o no de Illa, Sumar se desinfla, Podemos desconfía… Feijóo alborota y espera.

De los resultados electorales en Francia, con la victoria de Le Pen en la primera vuelta de las legislativas, hablaremos en otro artículo. Se apela, por cierto, a la unidad para derrotar a la extrema derecha. La recomendación del influyente Mbappé no ha funcionado. O la inquietante carrera electoral y la nula amistad de Joe Biden y Trump.